Soluciones para Tránsito


Por Rubén Arias Barajas


Vaya para ustedes el saludo semanal de costumbre.

Tengo la impresión de que muchas de las buenas intenciones por corregir situaciones que andan mal no terminan por concretarse de buena manera debido a una sola cosa, a mi juicio, falta de seguimiento.

Promesas van, promesas vienen, proyectos interesantes en diferentes áreas y rubros se dan a conocer, la corrección de asuntos problemáticos se ofrece y hasta se dan pasos en esa dirección, se emprenden las primeras acciones y luego, en muchas ocasiones, no sé por qué pero se paralizan las acciones, se minimizan los intentos y luego las cosas caen en el olvido y todo vuelve a quedar igual.

Viene a colación mi comentario, porque hay algunas cosas que en Arandas, no obstante intentos que se han hecho en el pasado, que no han podido rendir los resultados que todos esperaríamos.

Concretamente en el caso de los accidentes de tránsito ocurridos tanto dentro de la zona urbana como en las carreteras que unen a nuestro municipio con otros, ha quedado claro que una gran cantidad de ellos tuvieron como protagonistas a personas que conducían vehículos en estado de ebriedad primordialmente o bajo el influjo de drogas o estupefacientes en menor escala.

Esto ha sido documentado ampliamente. Se conoce en la Capital del Estado y forma parte de las estadísticas confiables de diferentes instituciones de gobierno y organismos diversos, que la zona de Arandas tiene los focos rojos encendidos por los sucesos del manejo en estado inconveniente.

Si se conoce tal circunstancia, se detecta que hay un problema y cual es la causa, pues entonces cualquiera, por sentido común, deduce que localizada la raíz de la enfermedad, existen varios “medicamentos” para controlarla. Es decir, evitar que conductores ebrios circulen por las calles y carreteras del Municipio, sería la medida principal a tomar.

¿Cómo?, pues utilizando los equipos de pistolas de radar y aparatos para detectar a las personas alcoholizadas, que fueron comprados en la Administación Municipal anterior y que solo en muy contadas ocasiones fueron usados para frenar a los ebrios frente al volante.

¿Dónde?, en los escenarios que se conoce como “puntos rojos” es decir, asomándose a ver las estadísticas y localizar los lugares en donde la incidencia de accidentes en tales condiciones ha sido más alto.

¿Quién?, por las carreteras que están en los alrededores, es competencia de la Dirección de Vialidad del Estado, que tiene patrullas y seguramente las herramientas mecánicas o físicas, además de la más poderosa de ellas, la ley. La aplicación estricta de la misma, evitaría los accidentes en un gran porcentaje si se detecta circulando a los ebrios y son detenidos o despojados de su vehículo y sancionados ejemplarmente.

¿Por qué?, simple y sencillamente porque el cumplimiento de la Ley es una tarea encomendada a los policías viales y demás autoridades que conozcan de la existencia de un delito, una falta administrativa o un riesgo para la sociedad. Se les paga para eso, para poner orden y aplicar la ley y al hacerlo, evitan desgracias a los infractores e incluso, lo más importante todavía, a personas inocentes que se han visto envueltas en desagradables accidentes de tránsito que a no pocos les ha costado perder la vida, sufrir lesiones dolorosas e incapacitantes, o ir a caer la cárcel y a veces todo junto.

Mientras no se lastime el bolsillo de los infractores, difícilmente atenderán las amables peticiones de las autoridades de Tránsito, eso ya se ha visto, son muy pero muy pocos los que caen en razón y acceden a moderar o componer su comportamiento al frente del volante de un vehículo de motor.

Lo único que falta es que llegue el momento en que las autoridades competentes digan si establecen una estrategia permanente y una vigilancia rutinaria o cotidiana, y comiencen a aplicar sanciones de manera estricta. Solo así, solo de esta manera, se pondría remedio a la anarquía y desorden que privan tanto en carreteras como en calles de nuestra ciudad.

Al principio habrá molestias, pero éstas surgirán de los enemigos del orden que afortunadamente son los menos. El resto de la ciudadanía lo agradecerá y al paso de poquito tiempo, el conducir sin embriagarse, y manejarse con orden, podría ser una conducta normal y cotidiana, todo es cuestión de empezar, no cree Usted?

Nos leeremos en la próxima entrega.

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