Ojos argentinos



Por donde quiera huele mal

Por Flavia Bustamante

Nunca había tenido que lidiar con la Comisión Federal de Electricidad hasta hace unos días. Todo empezó bien porque aún no había empezado.

Para tener luz en mi casa, que debía hacer un contrato con la CFE pero que éste era por teléfono. Como ni siquiera sabía los requisitos ni el número al que debía llamar, fui hasta la Comisión.

Si hasta eso, la atención no es mala, ni lenta. Luego de esperar no mucho, ya me informan que detrás de mí estaba un teléfono y que desde ahí mismo podía llamar. Los requisitos estaban ahí mismo, escritos en una lona.

Supuestamente que con el domicilio correcto, con las nombres de las calles entre las cuales se encuentra el domicilio y con el nombre de la persona a la cual se facturará el servicio bastaban.

No sé si no les alcanzó la lona para escribir todo lo que me pidieron.

-¿El domicilio, por favor? -Dijo una voz.
XXXXXX 1662, Fraccionamiento XXXXXXXX, le respondí.
-Mmm, no me aparece la calle XXXXXX más que hasta el 300 (o un número similar pero nada cercano a mi domicilio). ¿Está segura de que es 1662?

Ya me estaba transformando, mi paciencia es casi nula (cuando parece que sí la tengo es porque olímpicamente decidí ignorar a la persona) pero igual le respondí que sí, que ese era el domicilio. Que el fraccionamiento es nuevo, que poquitas familias viven allí y que ya tienen el servicio (y yo también lo necesito).

-¿Tendría el número del medidor de un vecino?
-Mire, no tengo vecinos, a mi derecha no vive nadie y a mi izquierda está mi cuñada y también llamo para hacer el contrato de esa casa (ya estaba furiosa).
-¿Y podría ir usted y anotar el número de algún medidor…?

La interrumpí porque veía que esto no iba a tener buen fin. “A ver, estoy en la Comisión, frente mío tengo una lona y dice: … (le leí todo). Acá en ningún lado dice que tengo que saber el número de algún medidor para hacer el bendito contrato, tengo todos los requisitos, ¿por qué no puede hacerme el contrato?

Y se oía que la muchacha le preguntaba a otra, y como que la otra sí tenía idea pero aún así no sabían resolverme el problema. ¡Como si fuera tan grande Tepa! Ya sé que el esté leyendo esto piense que yo tampoco conozco toda la ciudad, pero yo no trabajo en la Comisión así que lo que pueda yo saber importa poco y nada acá.

-¿Tiene alguna forma de comunicarse con el fraccionador…?
-¿Sabe qué? Déjelo así nomás.

Ya fui con el fraccionador, al que molesté casi a diario por dos semanas, pero bueno, si me regalara la casa… ¡pero la tengo que pagar chin… madre!

Por suerte ellos se ofrecieron a hacer los trámites para los contratos, fue un alivio y casi una preocupación menos. Hasta que fueron los de la Comisión, colocaron los medidores pero no tenía servicio.

Mmm… ¿Vamos de nuevo? (dijo la Flavia mala a la Flavia normal) – ¡Y sí, vamos de nuevo!

Antes de seguir, rápidamente les comento que en Argentina, se juega a la quiniela, y es conocido por los quinieleros que los números del 0 al 99 se corresponden con un sueño. Por ejemplo: si usted sueña con alguien muerto puede jugarle al 48, y si el muerto le habló, juegue al 47. Entre esos números, el excremento, es el 71.

Bueno, pues llamé al 071 y olía mal. Ya me tomaron mi reclamo y que pasarían el reporte de por qué teniendo el medidor aún no teníamos luz, siendo que según la base de datos de la CFE ya nuestro servicio estaba habilitado.

Llamé yo, mi suegra, mi cuñada, mi esposo, todos de números diferentes y con el mismo reclamo. Que vamos a pasar su reporte (por el arco del triunfo).

Hasta que por fin alguien, una voz, una luz, dijo: “Es que no están las cuchillas”. ¿Quéeee? Qué cuchillas, qué es eso?

Y que supuestamente el fraccionador no las había entregado porque no las hallaban. Mmm algo sigue oliendo mal. Pero mi reporte sería pasado a las cuadrillas.

Ya hablando con un ingeniero amigo, le comento lo que me estaba pasando en aquel fraccionamiento y dijo que eso era normal, y salió de intrigante diciendo que él había escuchado que seguido pasa eso en la CFE, que se roban las cuchillas y las comercializan… total que ahí quedó la conversación. Como de ejemplo sólo tenía la empresa de energía eléctrica de Córdoba, en Argentina, y es toda una mafia, como los sindicatos de los camioneros, los maestros y los empleados municipales, entonces ya no se me hizo raro que las mentadas cuchillas no aparecieran.

A los dos días, estaba en el fraccionamiento, y veo una camioneta de la CFE ya me fui a perseguirla a pie, y como obviamente no la alcanzaría así, mejor la esperé a la salida del fraccionamiento. Por poco y se escapa.

-¡Por favor! A ver si ustedes me ayudan, tengo días reclamando y me dicen que las cuchillas no fueron entregadas por el fraccionador y éste dice, asegura jura y perjura que sí. A quién le creo. ¿Pueden ustedes averiguar por radio si están por ahí?

Por suerte, ya se comunicaron con un ingeniero, y éste le respondió que sí, efectivamente las habían entregado pero que estaban en el departamento de mediciones.

Un dato, una luz más (menos la luz de mi casa). Llama mi suegra al excremento, perdón, al 071, y le dice que las cuchillas están en el departamento de Mediciones y pidió hablar con el Ingeniero Mestas. – ¿Y sabe usted quién del fraccionamiento las entregó y quién de la CFE las recibió? Le dijo la persona que atendió.


Ahora resulta que nosotros también tenemos que hacer su trabajo ¿no? Total que la comunicaron con Mestas, éste atiende su llamada y le dice que no está al tanto porque recién llegaba del DF. Y mi suegra le dice que las cuchillas se entregaron hace más de dos meses, que no es de ahora.

Prometieron ver ese asunto.

Al día siguiente veo otra cuadrilla en el XXXXXXXX. A ver, les dije, quiero que me digan con quién mier… tengo que hablar para que vengan a poner las pu… cuchillas. Ya estaba harta.
Me miraron y me preguntaron que de dónde era yo, a lo que respondí - de aquella casa, y se las señalé. No, que de qué país era. Aaaaaah, de Argentina. Pero no se crea que todos son tan ordinarios como yo.

Ahora sí, estos hombres ya me dijeron con quién debía hablar, pero que ese trámite debería hacerlo el fraccionador, no yo.

Pero bueno, como a quien realmente le importa tener luz era a mí, entonces mejor fui con el fraccionador a pedirle el documento donde consta que él entregó los fusibles y portafusibles el día tanto, y tal persona de la CFE.

Con ese fax, me fui a la CFE y pedí hablar con Alejandro Rubio, uno de los ingenieros. Me atiende la secretaria, súper amable, la verdad es que fue un alivio que ella me atendiera. Ya me dijo que me pasara con el tal Alejandro Rubio pero éste estaba hablando por teléfono y cuando entré, juro que ni volteó a ver quién era. Por lo mismo, mejor me retiré y le dije a la secretaria que me avisara cuando pudiera pasar.

Nunca. Ya ella se encargó del asunto, vio el documento y personalmente fue hasta Mediciones y volvió diciendo que por la tarde ya las colocarían a las dichosas cuchillas. Hace mucho que no me tocaba que una secretaria atendiera de tan buena manera.

Así fue, por la tarde, ya tuve el servicio. Ahora a pagar, porque para cobrarte sí que son buenos.

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