Panorama de Arandas: Hace falta conciencia

Por Rubén Arias Barajas

Vaya para Ustedes el saludo semanal de costumbre.

Honestamente no sé cuál es la palabra adecuada. Si concientizar o concienciar cuando se trata de querer tratar de que se tome conciencia de algo que se considera importante en cuanto a la conducta correcta que debe asumirse ante determinada situación.

Recuérdese que luego al verbo sencillo de recibir, ya lo han modificado y le llaman “recepcionar” sobre todo en las narraciones, por ejemplo, del futbol. Supongo que suponen que apantallan o que suena más “nice” aunque pueda ser incorrecto.

Pero independientemente de ello, creo que la falta de conciencia (interpretado como la falta de comprensión o interés respecto de algún asunto) nos ha traído graves problemas de conducta que se reflejan en algún tipo de anarquía o desorden que provoca caos o desquicia la tranquilidad y la convivencia armónica y pacífica en la comunidad.

Vaya como un ejemplo, el abandono u olvido en el que viven muchos niños y jóvenes en nuestro país en cuanto se refiere a las materias de ética, moral, aseo, disciplina, respeto, caridad, solidaridad, responsabilidad, pues si bien es cierto que algunas de ellas se supone que se imparten en la escuela, la verdadera educación se da o se refuerza por lo menos en casa por parte los Padres de familia y a veces con la valiosa participación de la confiable guía y consejo de los abuelos o tíos.

Pero en esta vorágine de la vida moderna, el hombre por sí solo ya no es capaz generalmente de solventar los gastos que origina sacar adelante a una familia promedio, de tal suerte que la mujer se ha tenido que integrar a la fuerza laboral para ganar algo de dinero que ayude a sufragar tales gastos.

Obviamente que su incursión en actividades extras, le obliga a dejar su hogar una buena parte del día y es entonces que los hijos dejan de recibir cuidados, atenciones y las enseñanzas de los valores a los que me referí con anterioridad. Se vuelven esclavos entonces de la televisión o del Nintendo, o a través de la computadora, se enlazan en no pocas ocasiones con actividades o lúdicas o de plano nocivas al faltar la vigilancia necesaria de sus padres.

Crecen entonces, al paso de los años, con ausencia o desconocimiento de los valores fundamentales que le dan cohesión, futuro y valor a la familia y por ende a la Sociedad de la que son parte. No nos extrañe pues el observar a cada vez más adolescentes y jóvenes que se convierten en delincuentes a tan temprana edad atraídos por adultos con conductas perniciosas que los reclutan con ofrecimientos económicos y los llevan a ejecutar tareas nocivas o peligrosas por decir lo menos.

Por ello, cuando más ganan los padres, (económicamente hablando) más pierden ellos y la Sociedad al descuidar a los hijos y dejar de inculcarles los valores que a todos nos hacen falta y benefician para poder tener conocimiento y adquirir la madurez necesaria para darle a cada cosa su sitio y el valor que realmente tiene y no anteponer el materialismo y la cultura del “tener” y no la del “ser”. La primera puede ser pasajera y efímera.

La segunda es perenne y otorga como recompensa el reconocimiento familiar y social y como consecuencia, el éxito que conduce a la felicidad que todos perseguimos y anhelamos. Algo tiene que hacerse en éste País y pronto para corregir el rumbo. Problemas son muchos los que estamos sufriendo, pero uno de los mejores antídotos, a mi forma de pensar, se encuentra precisamente en la Familia. O Usted cree que no?.

Es hora de que nos pongamos manos a la obra. No esperemos a que el vecino, el amigo, el compadre o el otro empiece. Es tarea personal, el cambio primero tiene que ser consigo mismo para que se refleje y pueda ser motivo de imitación. Recuerde, las palabras pueden convencer, en cambio el ejemplo arrastra. Nos leeremos en la próxima entrega.

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