Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com
Un escultor, a quien un obispo le encargó una estatua para la Catedral, cuando llegó el día de entregarla, se sentía mal, no estaba satisfecho de su trabajo y no le gustaba como lo había realizado.
Llamó a uno de sus trabajadores para que le ayudara a transportarla y le dijo: ya tenía ganas de quitarme de encima este muerto. Su ayudante de mal humor miró para otro lado. Entonces el escultor recordó las veces que le había maltratado y ofendido durante el trabajo. Éste le pidió perdón y el viaje se hizo más agradable. Luego se encontró con su mujer que le miró con desprecio y no quería viajar con ellos. Pero él, con humildad le pidió perdón y ella con una sonrisa se lo dio y se sentó junto a su marido. Después se encontró con el cantero que le había vendido la piedra para hacer la estatua. Este le miró con ira porque no le había pagado a pesar de sus promesas. El escultor se disculpó una vez más y pagó su deuda y viajó con ellos. Cuando llegaron a la Catedral, su mujer invitó al obispo para que viera la estatua mientras la descargaban. Cuando la descubrieron todos se maravillaron de su extraordinaria belleza.
El más sorprendido fue el escultor y es que cada vez que pedía perdón y se reconciliaba la estatua se hacía mejor.
No podemos culpar a Dios de nuestras malas decisiones, de los pecados que cometemos, tenemos una responsabilidad personal. Podemos escoger entre la vida o la muerte, lo que elijamos nos será dado. “Elegir la vida” no significa elige 80 o 100 años, no significa elige el lujo, la pereza, el no hacer nada, el dinero, la irresponsabilidad, sino amar y servir , perdonar y ayudar. Si eliges la vida, Dios te la dará, Dios te dará la conversión del corazón para que puedas vivir la ley del amor y llevarla a plenitud.
Que importante es en la vida sabernos disculpar, sabernos reconciliar, saber pedir perdón a los demás cuando por algún motivo los hemos ofendido, despreciado o los hemos tratado mal.
Aquél escultor había sido injusto y cruel con sus trabajadores, con la persona que le vendió el bloque de piedra, con su propia esposa y es posible que hasta en hijos, hermanos y vecinos.
Personas de mal carácter se pueden encontrar todos los días en distintas partes del mundo, porque vivimos con los nervios muy crispados.
Sin embargo que bueno sería que nunca nos vayamos a dormir sin antes habernos reconciliado, pues de esa manera tendremos un mejor sueño y estaremos glorificando a Dios.
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