Por Ana Paula de la Torre Díaz
Cero y van dos cuestiones medulares de la reforma política "cortadas de tajada" por la bancada priísta en San Lázaro esta semana en coalición con el partido verde ecologista de México que en la vida política del país ha servido de negocio para sus miembros cupulares mediante las coaliciones partidistas que ha formado con el único fin de formarse escaños y lugares electoralmente, no para el bien común, no, para asegurarse que seguirán teniendo lugares para continuar con el negocio. Así lo han demostrado, (como perritos falderos de quien les dé más).
Hoy escribo esta columna en jueves y aunque la discusión de la reforma política no ha terminado en la asamblea legislativa de la cámara de diputados nacional, en cuestión de dos días el PRI se ha asegurado de quitarnos dos opciones importantísimas para el avance democrático para el país; la revocación de mandato (que sirve para que los ciudadanos puedan quitar de su puesto público a funcionarios ineficientes) y la reelección legislativa que con un discurso nacionalista (absurdo, fanático y exacerbado), ha propuesto poner a consulta de los mexicanos en general (qué lindos y considerados, además sienten porque así se nota en su discursos, que tenemos qué agradecerles), por supuesto sabiendo que ellos mismos (PRI), desde tiempos de Elías Calles se encargaron de "promover" en el consciente de los mexicanos la reelección como algo completamente negativo.
Además de que poner a consulta el asunto aplazaría su aplicación en caso de resultar admitido, los priístas saben de facto que el mexicano común piensa que la reelección es " del diablo", y saben que la consulta saldría negativa. Jugar con lo anterior es algo completamente "bajo", ya que demuestran que están más interesados como de costumbre, en mantener candados de poder que en contribuir al avance nacional. Lo anterior porque la reelección de legisladores implicaría la especialización por la experiencia en el cargo, y que el legislador por cuestiones personales se encargaría de que sus electores lo conocieran mediante trabajo y así nosotros decidiríamos quién es un buen legislador y quién no.
La reelección de alcaldes seguramente tendrá el mismo desenlace, aún cuando los priístas saben que en una administración de tres años es prácticamente imposible llevar a cabo proyectos importantes (por el tiempo), o que puedan tener la continuidad necesaria (la reelección contribuiría), tres años son muy poca cosa para una administración local, académicos internacionales de teoría política lo han señalado por mucho tiempo.
Para rematar, el bloque priísta- verde ecologista- y nueva aliancista en la cámara de diputados nacional, condicionó quitarnos la posibilidad de la reelección de legisladores, a cambio, de hacernos el favor a todos los mexicanos (gracias, lindísimos), de rebajar de 200 mil a 108 mil el mínimo de firmas necesarias para presentar una iniciativa ciudadana (que de cualquier manera sigue siendo muchísimo, no quisieron rebajarlo más).
Lo anterior equivale a quitarnos la posibilidad de que pase algo trascendentalmente bueno en el país, a cambio de darnos dádivas, caridades, de algo poquito bueno a la sociedad.
Así es el PRI, el que viene, el que tiene por detrás y dando línea a los legisladores de San Lázaro a Peña Nieto. Dádivas de lo bueno, así nos ven, como perritos hambrientos a los mexicanos, a los que sólo hay que darles de comer una vez al día para que no se emocionen, para que estén controlados, o simplemente para demostrar que ellos tienen el poder.
Los diputados priístas también rechazaron modificar a la baja el mínimo de 20 millones de personas, para considerar vinculante una consulta popular. (Aman a México, de seguro, sobre todo Enrique Peña Nieto y los típicos dinosaurios: Rojas, Paredes, Chuayfett, Moreira).
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