El peor escenario posible en materia de
agua potable y temido por las autoridades está a unos días de hacerse realidad.
Mejor dicho, eran dos escenarios, de los cuales uno ya estaba esperado y el
otro se rogaba porque no se diera.
La presa El Jihuite prácticamente ya está
seca y lo más seguro es que la poca agua que le queda no sobreviva más allá del
mes de febrero, faltando medio año o más para que comiencen a caer las primeras
lluvias y esta vez rogar con que sea un temporal generoso y no como el del año
pasado.
El otro tema de aguas que tenían
perturbadas las autoridades era el de la declaratoria de desastre para los
campos agrícolas de Tepa, cosa que que el gobierno federal no quiso conceder, a
pesar de que varios municipios alteños sí obtuvieron dicha condición y ahora
podrán disponer de recursos de una partida especial para este tipo de
contingencias.
La alcaldesa dice que no es justo que
Tepa no haya entrado en esta lista, que aquí se produce gran parte de la carne,
leche y huevo que se consume en todo el país y que si el ganado que produce
dichos alimentos, no tiene para comer, entonces qué van a hacer los productores
y la comunidad tepatitlense en general.
Lo del Jihuite, no habrá más remedio que
interconectar los pozos profundos que hay por todo el municipio, para suplir el
faltante de la presa y dar agua al centro de la ciudad y colonias aledañas, que
son las que se quedarían sin líquido.
Pero apostar a los pozos es un albur, ya
que este sistema no está funcionando al 100 porciento, al contrario, está
sobreexplotado, menguando su aporte y no es seguro que aguanten de aquí a que
vuelva a llover y se llene el embalse.
Eso sin contar con las eventuales fallas
en las bombas y el aumento del gasto de energía eléctrica. Es ahí donde a Tepa
le saldrá caro el haber padecido un temporal irregular y escaso.
Y lo otro, que técnicamente afecta nomás
a los ganaderos y agricultores, Usted, nosotros, podríamos decir: ¿y en qué nos
afecta a nosotros? Pues la ganadería es el motor del municipio y si no hay
dinero en ese sector, tampoco habrá en los demás. Las grandes empresas
comenzarán a despedir empleados y los pequeños productores que venían los fines
de semana a gastar en la ciudad, ya no lo harán.
La autoridad ya planea pedir al Congreso
ayuda y conseguir recursos para paliar los estragos de la sequía. A ver cómo le
va, esperemos que bien, porque al menos no se lo van a pedir al Gobierno del
Estado, que no le interesa Tepatitlán y menos ahora en tiempos electorales.
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