Nosotros plantamos para que otros coman



Por el padre Miguel Ángel

Había una vez un sultán que salió una mañana de su palacio rodeado de su fastuosa corte para dar un paseo. Ya en el camino encontraron a un anciano campesino que plantaba afanosamente una palmera.

El sultán se detuvo al verlo y le preguntó asombrado: "¡Oh anciano! plantas esta palmera y no sabes quiénes comerán de su fruto... Una palmera tarda muchos años para crecer y madurar, y veo que tu vida se acerca a su término. ¿Qué caso tiene, pues, plantarla si no recibirás su fruto? 

El anciano lo miró bondadosamente y luego le contestó: "¡Oh apreciable sultán! Otros plantaron y comimos: nosotros plantemos para que otros coman". El sultán quedó admirado de tan gran generosidad, y en recompensa le entregó una bolsa con 100 monedas de oro, que el anciano tomó haciendo una profunda reverencia, a la vez que le decía: "¿Lo has visto, ¡oh rey! que pronto ha dado ya fruto la palmera?".

El sultán quedó aún más asombrado al ver que siendo sólo un campesino le hubiera dado una sabia y pronta respuesta . Por lo que gratamente le entregó otras 100 monedas de oro.

El ingenioso anciano besó la bolsa con tanto dinero y contestó prontamente: ¡Oh sultan!, lo más extraordinario de todo, es que generalmente una palmera solo da fruto una vez al año y la mía me ha dado dos en menos de una hora”.

Maravillado este sultan con esta nueva salida, rió y exclamó dirigiéndose a sus acompañantes: ¡Vámonos pronto! Si nos quedamos aquí un poco más de tiempo, este buen hombre se quedará con todo mi dinero a fuerza de ingenio!”.

En el correr de nuestra vida nos vamos a ir encontrando con personas egoístas que sólo piensan en su provecho personal y no en el bienestar de los demás como le pasaba al sultán de esta historia, sin embargo qué buena lección le dio el anciano y a todos nos servirá para que seamos más generosos de hoy en adelante.

Yo conozco muchas personas que se empeñan para que este mundo sea cada vez major para las futuras generaciones, pero sobre todo debemos luchar para que todos consigamos llegar a poseer el premio mayor en la otra vida que Dios tiene reservado para quienes se olvidan de sí mismos y piensan siempre en los demás.

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