Salud




Como el prole que soy (no sé por qué le dicen "la", si prole es una contracción de proletario o proletariado y en ambos casos son del género masculino), soy un usuario más o menos constante de los servicios de salud proporcionado por el gobierno.
Recuerdo cuando no era derechohabiente del IMSS y mi familia o yo asistíamos al Centro de Salud o al Hospital Regional; había que esperar un buen rato para recibir la atención y ésta era buena pero básica.
Asistíamos a los hospitales de la Secretaría de Salud Jalisco hasta que un buen día nos mandaron a la chingada, pero justificadamente y con palabras elegantes, pero al fin y a cabo a la chingada nos mandaron bajo el argumento de que nos podían atender pero no nos podían dar una cama para la recuperación, por lo que sería nuestro riesgo y nuestra responsabilidad si nos quedábamos y algo malo pasaba con nuestro paciente. Pues no, entonces.
Luego de ese mal pedo, mi familia y yo quedamos asegurados con el IMSS, con sus amplias y modernas instalaciones y cientos de enfermeras, médicos y demás empleados para atender a los enfermos.
Sin embargo ir al Seguro Social a pedir que lo atiendan es la cosa más insufrible que le pueda pasar a un mexicano en su país. Quiere uno atención, hay que levantarse a las 3-4 de la mañana y estar afuera de la clínica familiar, rogando por encontrar un lugar disponible para que lo atiendan a uno; en el mejor de los casos, hay 1 o 2 turnos disponibles, pero rara vez pasa eso, lo que sí hay es al menos diez pacientes esperando que los vea un médico, por lo que la mayoría se queda sin el servicio.
En urgencias del IMSS, la atención está garantizada, no importa que sea una gripa o un dolor de cabeza lo que tenga uno, pero ahí el servicio tardará por lo menos un par de horas en llegar.
Los empleados del IMSS no tienen la culpa de la espera que tienen que recetarse los pacientes; de lo que sí podríamos reclamarles es de su mal humor, despotismo  y nulo espíritu de servicio que se cargan algunos de ellos, se entiende que están saturados de pacientes y sus familiares que hacen preguntas impertinentes o casi imposibles de responder, pero cada quien tiene sus propias broncas en el trabajo o en su casa y no por eso nos desquitamos con el prójimo.
El IMSS, el Hospital Regional y en sí todas las clínicas de lo que el gobierno federal llama Sector Salud, de un buen tiempo para acá han difundido una campaña en sus instalaciones para orientar y advertir al paciente sobre las verdaderas urgencias médicas y el orden de prioridad para atenderlas, dejando en claro que el que tenga una dolencia menor y que no ponga en riesgo su vida, será el último en ser atendido.
Dicho sistema para determinar el grado de urgencia y su tiempo estimado para la atención se llama triage.
Y qué bueno que hagan la advertencia, así el paciente sabrá a lo que le tira cuando acude a un hospital de urgencias público.
Sin embargo, desde mi parecer, no se ataca el problema desde el origen, que es la falta de personal médico en las áreas básicas de los hospitales, que son la medicina familiar y la enfermería; alguien con una enfermedad común, sin peligro para la vida pero molesta, querrá que un médico le recete algún medicamento que le quite esa molestia, pero va al consultorio público y no es atendido porque no hay lugar, pues se va a urgencias, a saturar los servicios.
El gobierno no pone más servicios básicos de salud, por lo menos en Tepatitlán, al contrario, creó el seguro popular pero sin ninguna clínica para atender a sus derechohabientes, a quienes mandó al Hospital Regional. También, a pesar de haber cientos de trabajadores federales en el municipio, no hay ningún ISSSTE decente que los atienda, por lo que también son remitidos al Regional.
El ayuntamiento, con casi mil trabajadores, manda a estos y sus familias a los Servicios Médicos Municipales, que sólo atiende molestias menores -si hay médicos- y a los más complicados los manda también al Regional.
Así, los tres niveles de gobierno se ufanan de asegurar cada vez a más gente, bajo un sistema u otro, sin aumentar la capacidad de atención de los hospitales públicos, por lo menos en el servicio primario.
Tan es así que hace pocos años se inauguró un hospital del IMSS, para suplir el que se inundó por la alameda; el nuevo nosocomio es más grande y de mayor capacidad, pero el área de medicina familiar, que no sufrió ningún desperfecto y por lo tanto sigue estando en el mismo edificio, ya quedó rebasado y parece que así seguirá.
Pasa lo mismo con el Regional, al que se la van a duplicar sus áreas de urgencia y especialidades, pero su área básica, que vendría siendo el centro de salud ubicado en el centro, lleva años y años con la misma capacidad de respuesta.
La lógica dice que es más barato hacer una clínica familiar y contratar médicos generales, que mandar a hacer un hospital de urgencias y especialidades y pagar médicos con mayor grado de estudios. Si ambas áreas son necesarias, las básicas y de urgencias y especialidades, ¿por qué el gobierno sólo amplía la segunda y la otra la sigue dejando con años y años de abandono?

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