Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com
"De verdad que hoy fue un día interesante en la escuela", le dijo Andrés a su mamá "¿Verdad?. "¿Qué hiciste -dijo ella- hoy?" "Tuvimos una charla acerca de la eutanasia", dijo Andrés. La maestra, nos preguntó qué deberíamos hacer con las personas mayores en nuestro país y pidió que lo escribiéramos. Dijo que algunas personas piensan que no debemos pagar por el cuidado de ellas y que debemos ponerlos a dormir con una droga cuando llegan a viejos y ya no son útiles, a lo cual llamó muerte digna. "Yo pienso que está mal, pero la gente a favor de la eutanasia dice que las personas mayores no quieren vivir". La madre sacó una naranja del refrigerador y se la pasó a Andrés. "Antes de que te pongas a escribir, ¿por qué no tomas una merienda?", le propuso. "Cómete esta naranja". "¡Mamá! exclamó Andrés. "¿Por cuánto tiempo ha estado esto allí? ¿Cinco años? Está vieja y de color café y toda arrugada". "Pártela y ábrela", le propuso a la madre. Andrés obedeció y con gran asombro encontró que la naranja estaba jugosa dulce. "Está deliciosa", le dijo "Vaya, y estuviste a punto de botarla; te hubieras perdido de una delicia". "Mamá, le dijo entonces: "Cuando hagas tu escrito sólo quiero que recuerdes que viejo no significa inútil", le dijo la mamá. "Aún cuando una persona parezca inútil, es valiosa para Dios y nos puede dar la oportunidad de practicar la bondad y la amabilidad y cuidarlos con amor. En verdad que cuando una persona ya es mayor de edad, no quiere decir que sea un inservible, pues si nos detenemos a reflexionar cuántas personas mayores habrá que siguen haciendo mucho bien por su sabiduría y experiencia que han venido acumulando a lo largo de los años. Yo he conocido personas mayores que tienen un corazón tan lleno de juventud y de entusiasmo que le dan ejemplo a muchachos y muchachas desilusionados y sin ganas de seguir viviendo. Es muy importante que miremos a los mayores con verdadero amor, pues un día no muy lejano nosotros también estaremos como ellos.
padre.miguel.angel@hotmail.com
"De verdad que hoy fue un día interesante en la escuela", le dijo Andrés a su mamá "¿Verdad?. "¿Qué hiciste -dijo ella- hoy?" "Tuvimos una charla acerca de la eutanasia", dijo Andrés. La maestra, nos preguntó qué deberíamos hacer con las personas mayores en nuestro país y pidió que lo escribiéramos. Dijo que algunas personas piensan que no debemos pagar por el cuidado de ellas y que debemos ponerlos a dormir con una droga cuando llegan a viejos y ya no son útiles, a lo cual llamó muerte digna. "Yo pienso que está mal, pero la gente a favor de la eutanasia dice que las personas mayores no quieren vivir". La madre sacó una naranja del refrigerador y se la pasó a Andrés. "Antes de que te pongas a escribir, ¿por qué no tomas una merienda?", le propuso. "Cómete esta naranja". "¡Mamá! exclamó Andrés. "¿Por cuánto tiempo ha estado esto allí? ¿Cinco años? Está vieja y de color café y toda arrugada". "Pártela y ábrela", le propuso a la madre. Andrés obedeció y con gran asombro encontró que la naranja estaba jugosa dulce. "Está deliciosa", le dijo "Vaya, y estuviste a punto de botarla; te hubieras perdido de una delicia". "Mamá, le dijo entonces: "Cuando hagas tu escrito sólo quiero que recuerdes que viejo no significa inútil", le dijo la mamá. "Aún cuando una persona parezca inútil, es valiosa para Dios y nos puede dar la oportunidad de practicar la bondad y la amabilidad y cuidarlos con amor. En verdad que cuando una persona ya es mayor de edad, no quiere decir que sea un inservible, pues si nos detenemos a reflexionar cuántas personas mayores habrá que siguen haciendo mucho bien por su sabiduría y experiencia que han venido acumulando a lo largo de los años. Yo he conocido personas mayores que tienen un corazón tan lleno de juventud y de entusiasmo que le dan ejemplo a muchachos y muchachas desilusionados y sin ganas de seguir viviendo. Es muy importante que miremos a los mayores con verdadero amor, pues un día no muy lejano nosotros también estaremos como ellos.
0 Comentarios