Qué problema con los perros callejeros.
Al que le molestan, desea que desaparezcan de su vista y no le importa la
manera en qué sean eliminados y a los que defienden a estos animales, se desgarran
las vestiduras por la manera en que son tratados estos canes, aunque no
propongan nada práctico ni efectivo para eliminar este problema de salud
pública y ecológico.
Sí son un problema, lo reconocen los
mismos que aman a los perros callejeros y se enojan si alguna dependencia de
gobierno los recoge y les da una muerte dolorosa, pero fuera de protestar y
proponer soluciones que debe implementar alguien más, no ellos, son muy pocos
los que hacen algo por combatir la proliferación de esta fauna urbana.
En Ecología dicen que los perros en
jauría y sin dueño, pueden llegar a agredir a alguien y lo menos es dejar su
excremento en la vía pública o dejar basura regada en las banquetas y entradas
de las casas.
Es verdad todo lo anterior y también el
hecho de que fuera de la zona metropolitana de Guadalajara, no hay nadie
exclusivo para ir a la búsqueda de perros callejeros, atraparlos, llevarlos a
un depósito y darles una muerte digna si no son recogidos. Tampoco hay
presupuesto destinado a los municipios para que sean los ayuntamientos que
hagan esa tarea.
Entonces, no se les puede reprender a
quienes hagan de manera improvisada la cacería de perros y luego criticarlos
por matarlos con métodos dolorosos, como la descarga eléctrica.
Habría que criticar, no a Ecología ni al
ayuntamiento de Tepa o de cualquier otro municipio, sino al gobierno del
estado, concretamente a la Secretaría de Salud Jalisco, que no destina equipo,
recursos ni personal para recoger estos animales y disponer de ellos en algún
lugar adecuado.
Y aún así sería injusto señalar con
severidad al gobierno, pues dinero no hay mucho y muy apenas alcanza para
ofrecer servicios de salud a la gente, como para andar gastando en jaulas para
perros e inyecciones que les den una muerte benigna.
La cosa va más bien por el lado de la
educación de la gente, que adopta una mascota o la compra y que luego ya no la
quiera y va a tirarla lejos de su casa o no se preocupó por esterilizarla a
tiempo y ahora tiene varias crías que no hay a quién dárselas, sobre todo las
"hembritas", que ven en ellas como algo que alargará el problema de
canes no deseados.
¿Y por qué a la gente se le hace fácil
abandonar un perro problemático, que será callejero y que entonces será
problemático para toda una cuadra o una colonia? Porque no hay una ley efectiva
que castigue a los dueños irresponsables y por eso el problema seguirá.
Ya sabemos que el civismo no se nos da
mucho a los mexicanos pero con sanciones y multas económicas aprendemos, aunque
sea por las malas.
Si de algo hay que culpar al gobierno,
sería por el lado de las leyes, que las autoridades no se preocupan por meter
en cintura a los ciudadanos en este tipo de asuntos.
Con penas más severas el problema de los
canes no deseados disminuiría y también unas campañas de esterilización más
exhaustivas, pues no es suficiente con estar unos meses instalados con algún
módulo móvil; hay una lista de espera en el ubicado afuera del estadio Tepa
Gómez y varios dueños de mascotas ya no alcanzaron un lugar para que operen a
sus animales gratis.
Y los que se enojan por el trato que se
les da a los perros callejeros y que acallan su conciencia ofreciéndoles de vez
en cuando alguna sobra de comida o un cartón viejo en la banqueta para que se
acuesten, en vez de protestar y proponer soluciones donde todo mundo tiene que
hacer algo, menos ellos (porque según ellos ya lo hacen dándole una tortilla
dura al infeliz perrito cada tercer día), podrían hacer algo, como cooperar de
su bolsillo para comprar los químicos que se les inyecta a los animales para
matarlos indoloramente.
En lo personal me parece muy cruel que un
perro sea electrocutado hasta morir, por muy rápido que sea este proceso -diez
segundos, según Ecología-, pero hay gente también desamparada y sufriendo y de
los que los protectores de animales ni saben que existen.
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