Por el padre Miguel Ángel
¿Me conoces?
Soy el príncipe de todas las alegrías, el compañero de todos los
goces mundanos, el mensajero de la muerte, el príncipe que gobierna el mundo.
Yo estoy presente en todas partes, en todas las ceremonias, ninguna
reunión tiene lugar sin mi presencia; fabrico adulterios, hago nacer en los
corazones pensamientos negros y criminales, a jóvenes y adultos los hago
inmorales y los contemplo satisfecho, soy padre de la corrupción y de la
desgracia, enveneno la raza, mancho los hogares, traigo el envilecimiento y la
depravación, la locura, el crimen, el suicidio.
Yo acabo con la familia, degenerando y extinguiendo por completo la
raza, ocasionando los conflictos, crímenes y desgracias en los hogares, hago
nacer a los niños raquíticos, retardados, idiotas; a los jóvenes los hago
perder la vergüenza, la consecuencia, haciendo pasar al crimen como venganza,
la abyección como pasatiempo, el adulterio e inmoralidad como entretenimiento.
Yo soy causante de las enfermedades y desgracias más asquerosas y
viles, dolorosas e incurables: la tuberculosis, el cáncer, la sífilis, úlceras,
tumores y mucho más; aspiro a convertir el mundo en hospital, manicomio y
cárcel.
Yo nazco en todas partes, conozco las regiones de Laponia y Siberia,
los ardorosos valles de Egipto e Italia, yo tengo mi origen en el trigo, el
arroz, el maíz, la cebada, el jugo de uva, el jugo de caña, el maguey.
Mi patria es la Tierra, mis esclavos los hombres, el que me envía el
Diablo.
Yo soy vuestro rey. Yo soy su majestad el alcohol.
¿Qué se sugiere?
Lo primero que debes reconocer, creer y aceptar es que el alcohólico
padece de una enfermedad real, una enfermedad que afecta a todos los que
mantienen una relación estrecha con él.
Una vez que hayas aceptado la enfermedad, de la cual el bebedor
compulsivo y los que se preocupan por él pueden hallar alivio, no tendrás razón
alguna para sentirte avergonzado del alcoholismo, ni razón para temerlo.
No esperes a que el alcohólico busque ayuda antes de tomar una
decisión en tu propio beneficio. Cualquiera que esté en contacto estrecho con
un alcohólico se halla en constante presión
y tensión emocional y necesita ayuda para librarse de esto.
Nada te dará más alivio que la comprensión y la ayuda sincera.
*No trates al alcohólico como a un niño, no lo harías si padeciera
de cualquier otra enfermedad.
*No lo vigiles para saber cuanto bebe.
*No busques el licor escondido.
*No le tires el licor, el alcohólico siempre encontrará la forma de
buscar más.
*Nunca discutas con él mientras esté bajo la influencia del alcohol.
*Si puedes evitar estas cosas conseguirás llegar a encontrarte en un
estado de ánimo más tranquilizador.
Todas estas advertencias se basan en buenas razones, surgidas de la
experiencia de muchas personas. El alcohólico sufre de un sentimiento de
culpabilidad, mucho más de lo que el no-alcohólico puede imaginarse.
Recordarle los fracasos, el abandono de la familia y amistades y las
faltas es un esfuerzo inútil, sólo empeora la situación.
Conviene que lo animes a visitar algún grupo de Alcohólicos Anónimos
y que tú asistas al grupo Al-Anón.
Testamento del alcohólico
Dejo a los autores de mis días un dolor que no se como podrán
soportarlo en su vejez.
Dejo a mis hermanos toda la vergüenza y el pesar que les causaré con
mi manera de vivir.
Dejo a mi esposa un corazón quebrantando y una vida de miseria.
Dejo a cada uno de mis hijos pobreza, ignorancia, embrutecimiento y
el triste recuerdo de que su padre murió víctima de la embriaguez.
Dejo a la sociedad un carácter detestable, un ejemplo funesto y una
memoria odiosa.
Ayudemos a las personas enfermas de alcoholismo, porque esta
enfermedad no respeta edad, sexo ni clase social.
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