La Divina Misericordia y Santa María Faustina




Por el padre Miguel Ángel

Santa María Faustina nació en Polonia el 25 de agosto de 1905, sus padres eran Estanislao y Mariana Kowalski. A la edad de 20 años entro en la “congregación de las Hermanas de Caridad de la Madre de Dios”.
El objeto de esta comunidad es el de cuidar y educar a muchachas empobrecidas, moral o materialmente.
Habiendo terminado su postulantado y noviciado en Varsovia, Sor María Faustina hizo su primera prefesión temporal el día 30 de abril de 1928 y el 30 de abril de 1933 pronunció sus votos perpetuos. Sor María vivió en varios conventos de su congregación: Plok, Varsovia, Wdendow, Vilna y Cracovia, cumpliendo sus obligaciones como cocinera, jardinera y portera.
Trabajaba y rezaba y tenía muchas tribulaciones. Exteriormente nada se podía observar en Sor María Faustina, pero en cuanto se le trataba, a sus primeras palabras, se comprendía que era un alma llena de gracias singulares. Las cualidades de su carácter eran: prudencia, piedad profunda, grande inteligencia y poseía además una abundancia de belleza espiritual que encantaba. Las virtudes que más se esforzaba en adquirir fueron: La pureza del corazón, humildad, paciencia, conciencia, obediencia, pobreza, laboriosidad, amor al prójimo, piedad y ante todo amor de Dios.
La primera vez que se apareció el Misericordioso Salvador a Sor María Faustina fue el 22 de febrero de 1931 en Plock, Polonia. Ella escribe: “Por la tarde cuando yo estaba en mi celda vi a Jesucristo vestido de blanco. Una mano estaba levantada en ademán de bendecir y con la otra mano se tocaba el vestido en el pecho. De la hendidura de su vestido, que aparecía un poco abierto en el pecho, brillaba dos rayos largos. Uno era rojo y el otro blanco. Yo me quedé en silencio contemplando al Señor. Mi alma llena de miedo, pero también de felicidad. Después de un rato me dijo el señor: “pinta una imagen mía según la visión que ves con la inscripción: “Jesús, yo confío en ti” “Yo deseo que esta imagen sea venerada, primero en vuestra capilla y después en el mundo entero”.
También le hizo las siguientes promesas que Sor María Faustina escribió: “yo prometo que el alma que honraré a esta imagen, no padecerá. Yo también le prometo, ya aquí en la Teirra, victoria sobre sus enemigos, pero especialmente en la hora de la muerte. Yo, el señor, la defenderé como a mi propia Gloria”. La aparición del Salvador en esta forma era nueva y extraordinaria. Sor María Faustina había recibido del señor la orden de pintar su imagen y hallábase muy afligida porque no sabía pintar.
Le costó mucho trabajo y tiempo hasta que logró ver terminada la primera imagen.
El confesor, le ordenó de pedir a nuestro Señor una explicación de los dos rayos. Durante la oración recibió a siguiente contestación: “Los rayos en la imagen simbolizan la sangre y el agua que brotaron de la profundidad de mi Misericorida, cuando mi Corazón ue traspasado por la lanza en la cruz. El rayo pálido significa el agua, que purifica las almas, el rayo rojo la sangre que es la vida del alma”.
Es un deseo ardiente de Nuestro Señor el derramar su Misericordia sobre toda la humanidad. Por eso El quiere que la devoción a la Divina Misericorida sea propagada por todo el mundo y que sea introducida a la fiesta de la Misericorida. Dijo Nuestro Señor a Sor María Faustina: “Yo deseo que el primer domingo después de Pascua Florida se celebre la fiesta de la Divina Misericordia”.
En la historia de la Iglesia Católica, la introducción de una fiesta or causa de apariciones sobrenaturales no es ninguna cosa extraordinaria. La fiesta de Corpus Christi fue establecida a cauda de las revelaciones que tuvo la Beata Juliana de Falconieri, la fieta del Sagrado Corazón de Jesús, por las apariciones que tuvo Santa Margarita María de Alcoque.
De las aparciones de la Santísima Madre de Dios solo mencionaremos las Fiestas del monte Carmelo y de Lourdes, y sobre todo la del Inmaculado Corazón de María que fue introducida por el Santo Padre Reinante Pío XII, en todo el mundo después de las apariciones de Nuestra Señora de Fátima.
Con la introducción de la Fieta de la Divina Misericordia, esta devoción será conocida en todo el mundo. Así lo desea Nuestro Señor y por ello promete conceder muchas gracias.El dijo a Sor María Faustina: “Hija mía, habla a todo el mundo acerca de mi infinita Misericordia. Yo deseo que la Fiesta de la Divina Misericordia sea el refugio de todas las almas, pero ante todo, de los pecadores.  En este día derramaré toda la plenitud de mi misericordia.
“Yo derramaré un mar de gracias sobre aquellas almas que se acercan a esta fuente. El que recibiere en este día los Sacramentos de la Penitencia y del altar, obtendrá la completa Indulgencia y de sus pecados y penas temporales. Nadie tenga miedo de venir a mí, aunque sus pecados en los más enormes. Esta fiesta viene del abismo de mi Misericordia y se funda en lo más profundo de mi Misericordia”.

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