Por Pbro. J. Arturo Cruz Gutiérrez
¿Qué significó "entrar en la
Cuaresma"?
Significó emprender un camino, un éxodo,
un salir de la tierra de esclavitud, para llegar a la tierra de libertad. Es un
salir de sí mismo, de su mundo, de sus cosas. Para disponerse llegar a la
montaña santa y ahí al igual que Moisés hacer un pacto una alianza, un
compromiso con Dios. ( yo seré tu Dios, tú serás mi hijo) Es un tiempo en el
que la gracia y la misericordia se ofertan y se derraman abundantemente para
que los pecadores vuelvan al camino, los adversarios se den la mano y,
habiéndose reconocido urgidos de la gracia, surja una humanidad nueva
Será, en particular, un compromiso;
iniciar este tiempo en la lucha contra todas las fuerzas, en el combate
espiritual que nos opone al mal presente en el mundo, en cada uno de nosotros y
a nuestro alrededor.
Quiere decir enfrentarnos al mal cara a
cara y disponerse a luchar contra él, llegando a descubrir las causas que
originan todos estos males y desenmascarar todas las estrategias que Satanás
sutilmente va propiciando para que el hombre no alcance la altura, la
felicidad a la que ha sido llamado.
Significó caer en la cuenta de que los
males que nos agobian y nos deprimen, no son males que nos hayan llegado de lo
alto, no es hora de lamentarnos diciendo: “por qué nosotros nacimos con mala
estrella ni pensar que es el mismísimo Dios quien me tiene
padeciendo esto males.
Será momento de reconocer las
propias responsabilidades y asumirlas conscientemente. No volteando a ver hacia
fuera de sí mismos, sino hacia adentro. En este sentido, resuena entre nosotros
los cristianos con particular urgencia la invitación de Jesús a cargar
cada uno con su propia «cruz» y a seguirle con humildad y confianza (Mateo 16,
24). La «cruz», por más pesada que sea, no es sinónimo de desventura, de una
desgracia que hay que evitar lo más posible, sino una oportunidad para seguir a
Jesús y de este modo alcanzar la fuerza en la lucha contra el pecado y el mal.
Entrar en la Cuaresma significó, por
tanto, renovar la decisión personal y comunitaria de afrontar el mal junto a
Cristo. La Cruz es el único camino que lleva a la victoria del amor sobre el
odio, de la generosidad sobre el egoísmo, de la paz sobre la violencia. Desde
esta perspectiva, la Cuaresma es verdaderamente una ocasión de intenso
compromiso ascético y espiritual fundamentado sobre la gracia de Cristo. Sin
cruz no hay resurrección, hay que pasar por la cruz si se quiere resucitar
juntamente con Cristo. Muchos queremos una cuaresma sin cruz, una cuaresma que
no implique sacrificio, entrega. Una cuaresma placentera, light, hedonista,
donde solo habiten la satisfacción de los sentidos, dándole todo al cuerpo
olvidado alimentar las fuerzas del espíritu que serán las que nos llevarán a
lograr aquello nos disponemos a lograr
El principal objetivo de la
cuaresma es llevarnos a vivir en la pascua. Sin este fin no tiene sentido haber
entrado en la cuaresma. La cuaresma tiene sentido, siempre y cuando nos prepara
para llegar a la pascua. Dispongámonos a vivir esta fascinante aventura
cuaresmal, la cual no es la cuaresma por la cuaresma, sino la cuaresma en
función de llegar a la plenitud de la vida. La pascua, es decir, el paso de la
muerte a la vida, de la tristeza al gozo, de la esclavitud a la libertad.
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