La Virgen detuvo a la muerte





Por el padre Miguel Ángel

Se narra que en tiempo de Santo Domingo de Guzmán (año 1,200) había una joven muy hermosa, de la cual estaban enamorados dos sujetos muy combativos, los cuales se desafiaron a muerte y se asesinaron entre sí a puñaladas y que los familiares de los difuntos, por ira contra la que había sido la causa de que los dos jóvenes murieran tan tristemente, vinieron y atacaron a puñaladas a la pobre muchacha y cuando la vieron muerta se fueron dejándola abandonado en pleno campo.
Y como nadie se atrevía a sepultarla, permaneció allí por horas y horas hasta que paso por allí Santo Domingo acompañado de gran cantidad de gente y acercándose al cuerpo ensangrentado oyó que la joven le hablaba y le decía:
“Oh Padre, la Virgen Santísima me ha conservado con vida todo este tiempo porque yo iba a morir en pecado mortal y podía condenarme. Pero por la devoción que yo le he tenido a Ella toda mi vida, me permitió vivir hasta que llegara el sacerdote".
Y se confesó con el santo y recibió de él la santa comunión y después de ser bendecida y consolada espiritualmene, murió en gran paz. Y después de cierto tiempo la vio Santo Domingo en una visión que viajaba brillante y hermosa hacia el cielo y la oyó decir que le habían hecho descansar enormemente en el purgatorio los rosarios que por ella habían rezado los parientes, amigos y demás devotos de la Santísima Virgen y que les recordara a todos que el rezar devotamente el Santo Rosario hace descansar notablemente a las benditas almas.
Los católicos, desde que Cristo nos dejó con su Santísima Madre como herencia, creemos y estamos convencidos que cuando se agotan todos los recursos humanos… ¡Nos queda María!
Es decir , cuando se desvanecen todas las esperanzas y nuestros problemas no tienen remedio. ¡Nos queda María!
Cuando nuestro hogar se arruina irremediablemente, la felicidad desaparece, la unión de las almas ya no se recupera… ¡Nos queda María!
Cuando nuestras aspiraciones no se logran, las penas íntimas parecen irremediables, fracasaron nuestros ideales.
Al sentir decepción y dolor, por haber pasado la ocasión, la posibilidad de triunfar…¡Nos queda María!
Para los pobres, pecadores, enfermos, tristes, que desfallecen bajo el peso de la Cruz… ¡les queda María!

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