Cuando era un niño, la queja de los
gobiernos estatales era el centralismo, disfrazado de federalismo, donde muchos
trámites habían que hacerse forzosamente en la Ciudad de México; también se
quejaba la gente de lo engreídos que eran los chilangos, que se sentían
superiores a los de provincia y encima, "los impuestos del interior del
estado servían para darles a los del DF transporte barato y eficiente,
servicios de salud, universidades y otras comodidades", que el gobierno
federal "escamoteaba" al resto del país, por considerar que lo que
importaba era el bienestar de los defeños.
La percepción de lo anterior comenzó a
cambiar en la década de 1990, cuando la Ciudad de México comenzó a ser
gobernada por autoridades de izquierda y el PRI-gobierno federal decidió ya no
dar todo el dinero a los chilangos para que el PRD se luciera.
Y lo del centralismo, también comenzó a
extinguirse cuando comenzaron a facilitarse los trámites federales en el
interior de la república y comenzaron a acercarse gran parte de los servicios a
las principales ciudades de México.
Ahora, realmente hay poco a qué ir a la
Ciudad de México, a menos que sea de paseo o porque se desea viajar al sur del
país y hay que pasar a fuerzas por la capital.
Ahora somos los municipios de cada estado
los que padecemos la soberbia de los citadinos de la capital o de otras
ciudades grandes del país. Muchos de Guadalajara creen que pueden hacer como
quieran a los de Tepa y en general a todos los habitantes del interior de Jalisco.
Y no nomás los de la capital jalisciense,
los de otras ciudades grandes de otros estados también.
Y ahí van dos ejemplos:
- Una obra de teatro llamada El
Confesionario de la Risa, supuestamente se iba a estrenar a nivel nacional en
Tepatitlán, sin embargo, a pesar de la promoción, se vendieron menos de 100
boletos para la función, cosa que no le convenía al empresario que traería el
espectáculo a Tepa, así que decidió cancelar la presentación, argumentando que
los sacerdotes de esta ciudad "habían ordenado prohibirla porque se
burlaba de la religión católica".
Ciertamente sí hubo curas que
aprovecharon sus homilías para recomendar no asistir a este espectáculo, pero
de eso a prohibir la presentación hay mucho trecho… Ya quisieran los padres
tener ese poder de cancelar el evento público que les venga en gana, pero eso
no sucede ni en Tepatitlán.
Sin embargo, al llegar a la Ciudad de
México, el empresario y los actores aprovecharon cuanto medio tuvieron a su
alcance y echarle la culpa al clero de que la obra se haya cancelado y
ocultando en todo momento que todo se debió a la escasa venta de boletos y los
medios nacionales simplemente repitieron lo declarado y ahora en varias
revistas y programas de chismes, Tepa aparece como el lugar donde los curas prohiben
a su gusto lo que no les parezca adecuado para sus fieles.
-Una joven madre en San José de Gracia
dio muerte a su hijo de tres años, luego de que éste presuntamente se golpeara
en la cabeza jugando, perdiera el conocimiento y su progenitora, creyendo que
ya no tenía signos vitales, lo envolvió en plástico y lo metió en un ropero,
para luego mentir a las autoridades y asegurar que se lo habían secuestrado.
Lo anterior, tal cual, fue dado a conocer
por la Fiscalía General del Estado en tres boletines de prensa, que
reprodujeron los medios estatales y nacionales.
Pero algunos de esos medios fueron más
allá y como que el hecho de que una mujer distraída dio muerte por error a su
hijo, no llamaba mucho la atención al auditorio, así que decidieron agregar que
la madre era adicta empedernida a varias drogas y por eso no podía cuidar a sus
hijos y por ende uno de ellos se le murió.
Esos medios, sucursales de otros
nacionales, transmitieron esa noticia con la mentira incluida y ahora, esta
mujer de Tepatitlán que está en la cárcel y sin sus hijos, es tachada de
drogadicta por algunos periódicos nacionales.
Ojalá esta maña de algunos de las grandes
ciudades pronto se quiten y se la piensen antes de hablar muy a la ligera de
los municipios del interior del estado, de hacerlos como quieran, pensando en
que acá nadie lee ni se informa o no le importa lo que digan en las grandes
metrópolis y capitales.
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