Fórmula para ser feliz


En la vida de San Juan de Alejandría se cuenta que había en su ciudad dos zapateros. El uno vivía siempre alegre, de buen genio y tenía muchos amigos. El otro era agrio, de pocos amigos y no vivía contento con su suerte. Un día el amargado le dijo al alegre: ¿Por qué no me enseña la fórmula que usted usa para vivir contento? Los dos tenemos la misma profesión y la misma situación económica ¿por qué nos va de tan distinta manera?

El optimista le respondió:

-Venga el domingo y le enseñó la fórmula. Pero debe poner el mejor vestido que tenga. Desayune mejor que los demás días. Échese un buen baño que lo refresque y a las 9 de la mañana nos encontramos los dos acá.

-El otro cumplió todo lo recomendado y a las nueve, bien bañado y bien vestido, se presentó a su compañero.

-Venga conmigo -le dio el amigo- y veamos cuál es la forma.

Y se lo llevó a la misa. Cantaron, rezaron, se confesaron y comulgaron. Después salieron y se fueron a un parque a charlar y distraerse con sus amigos. Al mediodía fueron a casa del invitante y tuvieron un almuerzo mejor que el de los demás días. La tarde la pasaron en alegre paseo y volvieron a sus casas. Al día siguiente el pesimista preguntó a su compañero:

-¿Y la fórmula para ser feliz? ¡Al final no me la enseñó!

-Esa es mi fórmula, respondió el otro- y no me falla. Haga el ensayo. “Pase alegre y santamente su domingo, vístase mejor, coma mejor, esté más alegre el día del Señor y ofrézcale su misa y su comunión y le garantizo que su vida cambiará de triste en alegre como cambia la tierra de oscuridad en claridad, al salir el sol”.

Millones de personas han ensayado esta fórmula, santificar su domingo con la misa y con el descanso, y hacer un esfuerzo para pasar más alegremente ese día que los demás y ha sido un remedio formidable para adquirir salud mental y buen genio. Haga usted el ensayo y lo verá, querido lector.
En una ocasión que estuve de vacaciones en Estados Unidos, nos dijo amigo:

“Padre, pido a Dios para que los que hemos venido de México a trabajar en este país, no caigamos en el vicio de trabajar tanto que descuidemos nuestros deberes de hijos de Dios”

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