Alteño de gran valía


Por Pbro. Enrique Trujillo Valdivia

Al brillar un relámpago, nacemos
y aún dura su fulgor cuando morimos:
¡Tan corto es el vivir!
La gloria y el amor tras que corremos
sombras de un sueño son que perseguimos.
¡Despertar es morir! (G. A. Becquer)

Morir, y joven: antes que destruya
el tiempo aleve la gentil corona;
cuando la vida dice aún: ¡Soy tuya,
aunque sepamos bien que nos traiciona!
(M. Gutiérrez Nájera)

1968 fue un año en que estaba rompiendo la ola de una época a otra en lo eclesial y en lo social, el Concilio exigía aplicación, los jóvenes en la capital se manifestaban, las Olimpiadas por realizarse en México. Y un joven sacerdote, después de fecunda labor, se despedía de la vida, el 21 de junio de 1968.

Enrique Trujillo Valdivia había nacido el 8 de agosto de 1931, en Encarnación de Díaz, en Los Altos de Jalisco. Su padre fue Apolonio Trujillo Aguirre y María Valdivia Hernández. En su pueblo hizo los primeros estudios e ingresó al Seminario de Guadalajara para los estudios de humanidades. Le tocó un tiempo de inestabilidad en cuando al hospedaje, ocupar distintas casas provisionales, luego estuvo en San Sebastián y San Martín. En 1950, como teólogo, pasó al Seminario Mayor de Chapalita para acabarlo de configurar. El 8 de diciembre de 1954 fue ordenado sacerdote en la Catedral de Guadalajara por el Señor Arzobispo don José Garibi Rivera. El 14 de diciembre de ese año, cantó su primera misa en Santa María Taspontina.

Vida ministerial

El 4 de marzo de 1955 fue destinado a Tamazulita, encargado de Ayotitlán, perteneciente a la parroquia de Tecolotlán, Jal. El 6 de octubre de 1956 fue nombrado su-ecónomo del Seminario Menor en San Martín, también fue profesor en el Seminario. Luego se le encomendó la capellanía del Señor del Perdón. Trabajó al lado del P. Fausto Pelayo Valera, también ecónomo en la casa del Seminario Mayor, y párroco en Huentitán el Alto.

En 1964 pasó al Seminario Menor Nuevo en Prados Vallarta. Se encargó de echar a andar esta nueva casa que está cumpliendo 50 años de haber sido inaugurada. Precisamente un grupo de exalumnos ha querido perpetuar su memoria en el Seminario Menor y develó un busto de él, el 27 de septiembre de este año jubilar.

Así que Dios le concedió grandes dones, y además una muerte temprana a los 37 años y 13 de sacerdote, en los cuales se entregó plenamente al Señor en el Servicio del “Corazón de la Diócesis” que es el Seminario. El Señor Rector, don J. Jesús Becerra Fernández, dejó consignado en su informe rectoral: “Su muerte fue sentidísima por Superiores, Maestros, Alumnos, Condiscípulos y Feligreses de la Capellanía de El Perdón. Su carácter jovial, caridad franqueza; su espíritu de responsabilidad y de iniciativa; sus virtudes sacerdotales, en una palabra, lo hicieron acreedor del aprecio y el cariño de todos, y de la gratitud del Seminario Diocesano”.

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