Por Gonzalo “Chalo” de la Torre Hernández
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Un señor, al fallecer llega al cielo y como era buena persona, no tuvo inconvenientes para entrar a disfrutar del paraíso. Al entrar lo primero que vió fue a su esposa, que años antes se le había adelantado en el paso al otro mundo.
La mujer, rebosante de dicha se abalanza a sus brazos exclamando: ¡otra vez juntos mi amor!
El recién fallecido y nuevo huésped del cielo, le contestó con cara de quihúbole: No mi chula, dijeron que hasta que la muerte los separe.
Los plazos y tiempos llegan tarde o temprano y los compromisos se tienen que cumplir. Al menos eso es lo que se espera, especialmente de los políticos.
Esto viene al caso porque en estos tiempos que en todos los partidos políticos ya se empiezan a mover las piezas y se comienzan a destapar los aspirantes a una candidatura a un puesto de elección pública, la lucha es a veces no tan cordial y dentro de los partidos suele haber divisiones en grupúsculos no dispuestos a unir fuerzas para lograr el triunfo.
Y uno se pregunta: si dentro de un mismo partido no se ve unión, ¿qué podremos esperar cuando el pluripartidismo sea el responsable de una administración pública, ya sea municipal, estatal o federal?
Pero bueno, allá los partidos que se hagan bolas para elegir a sus candidatos. Nos, el pueblo, lo que necesitamos es que sean buenos y cuyas motivaciones sean realmente las aspiraciones de servir. Servir, una palabra de tan solo seis letras, pero que abarcan todo un mundo de acciones e intenciones y que implican necesariamente algún tipo de sacrificio.
En tiempos más o menos recientes han proliferado dos acciones políticas que no son muy del agrado de muchas personas con derecho a votar (próximamente haremos algunas reflexiones acerca de para qué votamos); las alianzas entre partidos y las licencias o retiros anticipados de personas que ostentan un puesto de elección popular, con la aspiración legítima de un cargo de mayor jerarquía y por lo tanto de mayor poder y mayores ingresos. Pero…
Pero sucede que los puestos de elección popular tienen un período con duración muy bien definida y clara. No existe duda acerca del tiempo que debe servir quien ha sido ungido por el pueblo como su representante.
En el caso de los presidentes municipales, son tres años y no dos años y cachito los que debe, desde el primer y hasta el último día, desempeñarse buscando el progreso y bienestar de sus conciudadanos. En el caso de los diputados son tres años y no dos años y cachito los que debe legislar buscando hacer leyes en beneficio de TODOS los habitantes de su distrito; y los gobernadores son seis años de tiempo completo para desarrollar la entidad.
En las campañas de tiempos electorales, el candidato a alcalde, por ejemplo, presenta a los votantes sus promesas de acciones y su programa de trabajo para TRES años. Y si se diera el remoto caso de que en más o menos dos años haya cumplido todas sus promesas, seguramente surgirán asuntos que deberá resolver de acuerdo a su competencia.
Pareciera que la carrera política es algo así como un escalafón laboral o un comparativo con las instancias escolares, veamos: a partir de la alcaldía (primaria) seguiría la diputación (secundaria), de ahí a la gubernatura (prepa) y luego, desde luego, la Presidencia de México ( universidad).
Esta es desde luego una comparación burda, pero puede darnos idea de las jerarquías en el ámbito del servicio público de elección mediante el voto del pueblo. El caso es que todo candidato promete luchar por su pueblo, el tiempo que marca la ley de acuerdo a su cargo anteponiendo el interés público, sobre el suyo propio.
Respecto a las alianzas entre partidos puede ser síntoma de aceptar una propia debilidad partidista y de aceptación pobre entre el pópulo. Un denominador común es que se unen dos o más partidos con la intención prioritaria de vencer, sumando los votos, a un “enemigo común”. Hay que tumbar al fuerte, lo cual puede interpretarse como reconocer que solo, ningún partido podría vencer a ese “enemigo”. A los mexicanos nos gustaría ver que los partidos se uniesen en objetivos comunes para beneficio de las mayorías no solamente en tiempos electorales, sino cuando convenga a los intereses públicos y no de los partidos.
Una reflexión bulle por mi cerebrito. Es de suponer que cada partido político con registro cuenta con una gran cantidad de afiliados pues de otra forma no obtendría su registro legal. Basado en esta teoría pienso: ¿por qué acudir a licencias y renuncias anticipadas para aspirar de inmediato a otro cargo si se cuenta con mucha gente?; y ¿por qué buscar alianzas con otros partidos si en el propio se cuenta con gente valiosa y con las mismas aspiraciones?, digo, yo nomás pregunto.
Respeto las aspiraciones legítimas de progreso personal y profesional de todas las personas, pero en la política hay tiempos y creo que hay que respetarlos. Compromisos son compromisos. Terminen su período tal cual prometieron y esperen su tiempo electoral. Es probable que lleguen más preparados para desempeñar el cargo al que aspiran. Con respeto.
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