Despedida al señor Cura de la Parroquia de San Francisco


Por Presbítero Jesús Padilla

“Señor Cura Obispo” como lo llaman los tepatitlenses. Me dirijo a usted con mucho cariño y respeto. fuimos compañeros de camino. Gracias por guiar mis pasos en el nacimiento de mi sacerdocio en la Parroquia de San Francisco de Asís.

Fui testigo cercano y confidente de tantas experiencias que ha tenido ahora que ha sido electo Obispo de Apatzingán. Desde que se dio a conocer la alegre noticia de su nombramiento episcopal, Dios no ha dejado de bendecirlo, motivarlo y alentarlo. Muchas personas consagradas y laicos lo llamaron minuto a minuto para felicitarlo, al punto que ni tiempo tenía para desayunar o comer tranquilo. No faltaba dedos en el timbre del curato y caras asomándose a la cámara del interfón buscándolo, para poder hablar con usted. Lo saludaban con alegría por su nombramiento y también con tristeza por su partida, lo abrazaban y felicitan. Algunos decían:

“¿Por qué nos los quitan tan pronto?”

“Que valiente señor Cura”

“Se cuida mucho, muchísimo”

“¿Cómo que se va para Apatzingán? -dijo un viejito- Ahí está bien peligroso, si quiere le regalo la pistola que tengo”.

“Sacrifica su vocación por la Iglesia que sufre violencia”

Hasta memes salieron en el Facebook, con la leyenda: “A veces me dan ganas de ser Obispo. Luego me acuerdo de que los mandan a lugares bien dificilísimos y se me pasa”.

Muchos le preguntaban: “¿No tiene miedo?” “¿Se quiere morir o por qué se va a Apatzingán?”

Y usted con la sonrisa en el rostro, con la paz en el interior de sentirse con la firme seguridad que es Cristo que lo ha llamado y sabiendo que es la voluntad Divina la que dirige su ministerio. Contestaba: “De ninguna manera, no tengo miedo, y tampoco me quiero morir, quiero vivir”. “Si es voluntad de Dios, acepto ser Obispo”, fueron sus palabras al Nuncio Apostólico.

Don  Cristóbal, de todo corazón le agradecemos su testimonio de vida, su calidad humana, su profunda espiritualidad, su servicio a esta Iglesia en sus múltiples maneras, como vicario parroquial, como párroco, como formado en el Seminario, como canonista, como exorcista. En fin, como sacerdote que se esfuerza en ser imagen de Jesucristo Sumo Sacerdote y Buen Pastor.

Apatzingán ya lo está esperando. Su presbiterio de Tierra Caliente, fui testigo, de cómo le agradecían el que haya aceptado ser el IV Obispo de esa Diócesis. Las religiosas lo quieren mucho desde que lo han conocido y seguramente todas las personas de ea Diócesis, lo recibirán como apóstol de Cristo,

Disfrute contemplar las verdes laderas y montañas, los variados árboles frutales y las huertas de aguacate y limón, empápese del fuerte calor de fraguar corazones para el reino. Déjese mirar por Nuestra Señora, La Virgen de Acahuato, que será su fiel custodia.

Que la paz sea su bandera como ha elegido para su escudo episcopal, “Meam pacen do vobis”: “Mi paz les doy”.

Señor Obispo electo, Don Cristóbal, que a través de usted, Jesucristo visite como Sol que nace de lo alto, las gentes de Apatzingán, para que ilumine a los que viven en tinieblas y en sombras de muerte, violencia y dolor, para que guíe sus pasos por el camino de la paz.

Dios lo bendiga siempre, Cuente con nuestras oraciones sacerdotales.

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