Una vez conocí a Ronaldinho, pero no a Messi


Por Georgina González
Social Media Manager ESPN México
@ontiverosss

Me han preguntado varias veces si conozco deportistas famosos. Más o menos, no tantos como quisiera. ¿Qué si me tomo fotos con ellos? Muy pocos, la mayoría no despierta mi lado fan. La foto que más presumo es con Pelé, una foto y un autógrafo que me costó mucho trabajo conseguir. Es muy envidiada también porque sin querer posó también José Ramón Fernández.

Una vez conocí a Ronaldinho, o mejor dicho, lo vi desde una distancia prudente. Él estaba grabando un comercial y una entrevista en los estudios donde trabajo, y pudimos pasar a ver la grabación, pero no tomar fotos. No nos dejaron porque en ese momento era top top top secret. Ronaldinho hizo lo que le pidieron (patear el balón, driblear, hacer un poco de freestyle) y después lo pusieron a hacer dominadas junto con el entrevistador, que era Heriberto Murrieta, y Beto, que aunque usted no lo crea es muy bueno para jugar, le aguantó el paso y nunca dejaron caer la pelota. Todos aplaudimos.

Estamos acostumbrados a ver pasar muchos deportistas famosos en la oficina pero pocos nos hacen correr al estudio a verlos como Ronaldinho (el campeón Juan Manuel Márquez es otro que recuerdo que causó ese efecto tras una pelea con Pacquiao). El brasileño vio a todo ese público colado en la grabación de su comercial y no pidió que nos fuéramos. Sólo nos sonreía y pedía agua, hacía algunos chistes con el balón y seguía instrucciones. Es un buen tipo. Fiestero, pero buen tipo.

Me gusta ver a los jugadores en acción, uno entiende por qué son tan admirados. Aún las estrellas en descenso, como Ronaldinho, muestran en unos segundos la genialidad con los pies, aunque fuera de la cancha los rebase sus gustos culposos. Finalmente son personas como el resto. Pero uno siempre quiere conocer a sus ídolos, aunque corre el riesgo de decepcionarse de ellos por su forma de actuar fuera de las canchas.

Messi, por ejemplo, es un extraterrestre con el balón pero su manera de ser no me gustó: Lo vimos, o debería decir, no lo vimos hace unos años cuando vino a México al amistoso Messi and Friends en el estadio Azul. Los organizadores llevaron a todos los jugadores a un piso de un hotel muy lujoso para una tarde con la prensa y, se supone, que también debía estar Messi. Recuerdo especialmente en esa ocasión a Romario, campeón del Mundo en 1994, Balón de Oro, Campeón de Copa América y muchos trofeos más, dar entrevistas, tomarse fotos con todo el que se lo pidió sin perder la sonrisa y firmar un montón de autógrafos.  Todas las leyendas que formaban el equipo de Friends de Messi fueron muy amables. Pero Messi no. Messi dejó plantada a la prensa dos días seguidos, jugó 20 minutos en el Azul (como los dioses, eso sí), salió de la cancha, tomó un avión y se fue. Cuando el partido Messi and Friends terminó el argentino ya estaba muy, muy lejos de la ciudad.
Eso me decepcionó sobre todo porque días antes regalamos boletos para ese partido y un niño fue a recoger el suyo gritando de emoción porque Messi era su ídolo y no habían podido comprar entradas. Messi no tiene idea de lo que hace la gente por conocerlo y no parece importarle mucho. Para mí, Messi es un dios del balón, pero nada más.

También recuerdo a Chicharito en una presentación del videojuego FIFA. Hizo una entrevista uno-a-uno en la que me tocó tomar fotos. Chicharito es profesional y dio la entrevista aunque la prensa no es algo que le guste mucho atender, pero fue amable y no inventó pretextos –como Messi- para plantar a los reporteros.


Creo que son pocos los jugadores presentes o pasados que perseguiría para buscar el autógrafo o la selfie: Chicharito, Iker Casillas, Beckham, definitivamente Beckham. Quizá algún día conozca a Cristiano. Quién sabe. 

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