¿Aquí no pasa nada?


  El peor de los pecados sociales que podemos cometer es la omisión.

La purga por esa omisión podría salirnos muy cara.

 En Tepa no pasa nada. Eso se dice, eso se piensa.

 Un día hay manifestación de gente que llega desde barrios marginales, “acarreados”, “gente pagada”  -eso se rumoró-, que exige que la milicia se retire, ¿para qué?, eso sólo ellos lo saben. Pero cierran calles, bloquean la circulación vehicular, inyectan temor y retan a la autoridad. Y no pasa nada.

 Una madrugada es detenido un policía, charola en cartera y pistola en el fajo, es “agarrado con las manos en la gasolina”. Tampoco pasa nada.

 Otra mañana llegan los rateros, asaltan una sucursal bancaria sobre el boulevard tepatitlense. Tampoco pasa nada.

 Y en realidad, no pasa nada.

 No nos mueve, no nos duele. No nos motiva ni nos provoca. Pareciera que eso pasa en un poblado lejano, distante.

 Seguimos con problemas de suicidios, de violencia intrafamiliar, de agresiones sexuales intramuros. Tampoco pasa nada.

 El lunes se publican las listas con admitidos a la Universidad de Guadalajara. Otra vez la desilusión, de nuevo los rechazados; una vez más cuatro de cinco aspirantes sentirán la frustración. Si hay dinero irán a la escuela, si no, a trabajar, si se les contrata. En esa área tampoco pasa nada.

 Seguimos con un grave problema de desvinculación entre los sectores productivos, educativos, políticos y sociales, pero nadie da el paso al frente. Nadie ve más allá de su nariz; todo pareciera ajustarse a lo que a cada uno de conviene, le interesa o le es rentable. Lo demás es lo de menos.

 ¿De verdad aquí no pasa nada?

¿En realidad no está ocurriendo nada?

 Cerrar los ojos no cambia la realidad.

 Los discursos y las frases bonitas de los políticos no están resolviendo el hambre, el precario ingreso económico familiar y el incremento de la distribución  comercialización de estupefacientes.

 Aquí no pasa nada; y cuando algo pasa, tampoco pasa nada…

 Es una filosofía cómoda, pero muy arriesgada.

 Urgen soluciones. ¿Quién levanta la mano? 

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