Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com
Cuentan que… …Un sabio paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando vio un lugar de aspecto pobre. Decidió hacer una breve visita al sitio…Al acercarse pudo comprobar la pobreza del lugar: nada de cimientos, casas de madera. Los habitantes eran una pareja y tres hijos; todos vestían ropas desgarradas y llevaban los pies descalzos.
El sabio se dirigió al padre de aquella familia y preguntó: -En este lugar no hay ni rastro de comercio ni trabajo…¿Cómo pueden sobrevivir aquí usted y su familia? -Tenemos una vaquita que nos da varios litros de leche todos los días. Una parte de ese producto lo vendemos o intercambiamos en la ciudad vecina por otros alimentos.
También producimos quesos y cuajo… Así vamos sobreviviendo- respondió. El sabio agradeció la información, observó el lugar durante algunos momentos, se despidió y se fue. A medio camino, se volvió hacia su discípulo y le ordenó: -Agarra la vaquita y lánzala el precipio. El joven abrió muchos los ojos, sorprendido y dijo: -Pero, maestro, ¡Es el único medio de subsistencia de esa familia! Al ver que maestro guardaba silencio, fue y cumplió la orden: empujó la vaca cuesta abajo y ésta murió.
Aquella escena se quedó grabada en la memoria del joven durante algunos años, hasta que un buen día volvió a aquél lugar con la intención de contárselo todo a la familia, pedirle perdón y ofrecer su ayuda. Al acercarse, vio que el lugar era mucho más hermoso: había árboles en flor, muros, un carro en la cochera y unos niños jugando en el jardín. Se angustió mucho pensando que la familia había tenido que vender el terreno para sobrevivir.
Apresurando su marcha, fue recibido por un mayordomo. Cuando le preguntó sobre la familia que había vivido allí unos años antes, supo que la misma familia seguí viviendo allí. Asombrado, entró ansioso en la casa y comprobó que realmente era la misma familia que había visitado antes. Admiró el lugar y preguntó al señor, dueño de la vaquita, que había sucedido, cómo había mejorado su territorio y prosperado tanto.
Y el señor le respondió: -Teníamos una vaquita que se despeñó y murió. Después de eso tuvimos que buscar otros medios de subsistencia. Fue entonces cuando descubrimos habilidades y talentos que ni siquiera sabíamos que teníamos…Así logramos el éxito que tus ojos ven ahora.
Muchas veces nos apegamos a alguna situación que nos sirve de coartada y disculpa para no asumir el mando de nuestra vida ni la responsabilidad de nuestra felicidad. Conservamos eso como si fuera una mascota y sin darnos cuenta limitamos nuestra vida. ¿Y tú?...¿ya descubriste cuál es la mascota que te está impidiendo crecer? Muchas veces en nuestra vida hay cosas que no nos dejan progresar espiritualmente. El tiempo de adviento, como preparación para la navidad, es una oportunidad para revisar nuestra vida.
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