Los militantes de los partidos políticos y la LVIII Legislatura

Enrique Vargas S.

Aunque sean del mismo barro no es igual bacìn que jarro.
(Dicho popular)

La información dada a conocer por los medios de comunicación en los últimos días respecto a la auditorìa practicada al manejo y distribución de los recursos en el ejercicio de la legislatura anterior, refleja la falta de escrúpulos de los diputados en el manejo discrecional de los dineros del pueblo. El desprestigio y costo político ocasionado por este tipo de irregularidades no solo afecta la imagen de los propios diputados, sino que repercute en la opinión que la ciudadanía tiene de los partidos políticos y de las gentes que se identifican como militantes de los mismos.

La serie de excesos dados a conocer hasta hoy, nos muestran que pusimos a los coyotes a cuidar a las gallinas, porque siendo el Congreso del Estado un órgano que entre sus facultades tiene como una de sus funciones la de aprobar presupuestos y vigilar que los recursos sean aprovechados eficazmente, en su actuar sucedió exactamente todo lo contrario, pues aun al final de su periodo, la LVIII legislatura se adjudicò el papel de salvadores del pueblo, aplicando al pie de la letra el lema: “Llevémonos lo màs que podamos, porque los que vienen son unos ladrones”.

Como militante priìsta pudiera señalar que aunado a lo anterior, los otros partidos han incurrido en actos de corrupción iguales o peores en otros tiempos u otros lugares, pero eso no sirve como justificación en este caso, porque curiosamente todos los diputados independientemente del partido político al que pertenecen, incluyendo a los del PRI, estuvieron de acuerdo en repartirse los recursos.

Lo que sí creo que es mi deber y obligación, es señalar que así como hay diputados y funcionarios que abusan de sus cargos, en los partidos políticos, así en plural, hay gentes honestas, personas que han permanecido firmes en sus convicciones y se han mantenido leales a la ideología partidista por veinte, treinta o cuarenta años, sin que se les pueda imputar ningún abuso en beneficio personal.

Por ello me atrevo a declarar, en justo reconocimiento y defensa de los militantes de verdad, lo que reza este dicho popular que: aunque sean del mismo barro, no es igual bacín que jarro.

La militancia partidista y la ciudadanía en general, no podemos ser indiferentes y dejar pasar esto sin denunciar. Los militantes debemos cuidar a quien apoyamos para ocupar un cargo de elección popular y a la ciudadanía corresponde involucrarse mas y demandar que los políticos cumplan con su responsabilidad.

Sólo así lograremos hacer de la política una tarea que dignifica y sirve a la sociedad y no una actividad que denigra, devalua y corrompe al que se decide a participar.

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