Merecidos




Por más que te acomodes, al final del día,
 el destino te pone en tu lugar…

Los resultados electorales del domingo son una fotografía, o mejor aún, una radiografía, de nuestra composición psico-social.
Lo que pasó el domingo es una muestra contundente de nuestro comportamiento como pueblo: somos capaces de ir en contra de quien sea, a cambio de estar de acuerdo con nadie. Paradójico, contradictorio, pero esa es la impresión que dejamos.
El lunes, cuando un colega me preguntó mi opinión de los resultados electorales, mi respuesta fue contundente: “sin sorpresas”.
Y la noticia fue que no hubo noticia: El PAN apostó a no hacer nada en campaña; el PRI jugó a deshacerse, y el Movimiento Ciudadano cumplió su meta de no dejar llegar a Manolo a la alcaldía.
A Jorge Eduardo no le alcanzó el voto ciudadano; su voto duro casi lo hace perder. Evitó moverse mucho, evitó meterse en el debate, para no perder su posición de confort.
El PRI hizo todo para perder: impuso candidato, impuso regidores, sacó del juego a sus críticos, corrió del gobierno a los indisciplinados, cambio de estratega casi cada semana, orilló  a su candidato a ser un caballero, cuando debió ser un combativo aspirante. El PRI se agachó frente a la odiada figura de Cecilia (no lo digo yo, lo dicen los votos que tuvo en Tepa).
Nena de Anda no ganó. Sumó muchos inconformes, adhirió  a miles de hartos vecinos, pero no alcanzó más de lo que en el PRI le ofrecían, dos o tres regidurías.
Cuando se conocieron los resultados, la noche del domingo, nadie creía lo que estaba pasando, un empate técnico entre tres aspirantes, los mismos que estuvieron de principio a fin. No hubo sorpresas, la pelea fue siempre de tres, cualquiera pudo ganar, y así fue. El temor y la ansiedad llegaron al límite. Hasta el miércoles los panistas respiraron, un poco, con el recuento de cinco paquetes electorales, pero nada está dicho aún por la autoridad electoral.
La composición del próximo gobierno municipal es predecible. De hecho, el gobierno que entra en octubre se definió a principios del año.
El común denominador de los tres partidos que nos gobernarán es que, desde hace meses, todos se preocuparon por acomodar a sus fichas como si fueran a perder. Por ello las pugnas, por ello las negociaciones.
Jorge negoció con parte de los Yunques para ser candidato único. Luego se pelearon las primeras posiciones, pensando en que podrían perder.
Manolo fue impuesto, luego le impusieron a los regidores y al coordinador y la estrategia. Le impusieron hasta a los enemigos, quienes ante las imposiciones ajenas, se impusieron en otro equipo. A Manolo no le quedó  mucha opción, quiso ser candidato (tras 20 años de invitarlo) y no pudo quitarse la sombra de Cecilia, la Gran Jefa.
Nena de Anda creyó las infamias que le susurraron y le convencieron de poner todo su capital (moral, económico y social) para impulsar las regidurías de dos o tres “amigas” y “amigos”. Nena sumó votos, pero no ganó nada, quien ganó fue Sanjuana Jiménez y Enrique Vargas, quienes no pudieron ser regidores en el PRI y le convencieron para comprar la franquicia naranja y acomodarles en las primeras posiciones. El mayor logro de Nena de Anda fue limitar las posibilidades de Manolo para llegar a la alcaldía, a costa de una enemistad que le durará más de tres años y castigar a Cecilia con votos en su contra, pero Nena no ganó nada para sí, políticamente hablando, (la pelea fue política, no de honor).
Los tres aspirantes, Jorge, Manolo y Nena (por la posición en que quedaron), son personas respetables, ahora deberán trasladar ese respeto en honorabilidad, en el ejercicio público. ¿Ganaron?, ¿Perdieron? Ya platicaremos de ello dentro de tres años, cuando dejen el cargo.
  Por ahora, los tepatitlenses tendremos el gobierno que nos merecemos. Por lo menos así lo manifestamos con nuestro voto, razonado o visceral. Que nadie se diga sorprendido, ni timado. Tenemos lo que pedimos. ¿Tenemos lo que merecemos?

Publicar un comentario

0 Comentarios