José Guadalupe Hernández García

+ Imponente y magnífico
   sacerdote que se ha ido

Por Oscar Maldonado Villalpando

Hijo de bendición, del tiempo magnífico y de la tierra buena: Nació en Ayotlán el 8 de julio de 1922, reconocía sus raíces hacia Arandas, en Betania. Se forjó de un temple impresionante, al rescoldo de la Cristera, pues como sobresalía la Tropa de Ayo al mando del General Pbro. Aristeo Pedroza, el comandante de todo el ejército cristero, a la muerte del General Enrique Gorostieta Velarde -1929-, en su personalidad trascendió aquella fortaleza de los valientes.  

Una gran vocación

De este clan Hernández se cuentan numerosos levitas de mucha calidad. Un joven esbelto llegaba al fin de la carrera sacerdotal en 1950, tiempo de signos e ingentes realizaciones. Fue ordenando por el señor Arzobispo don José Garibi Rivera, con un grupo de magníficos, fue precisamente el día primero de noviembre de 1950, en honor a la declaración del Dogma de la Asunción de la Virgen a los cielos. El día 20 de noviembre de 1951, los seminaristas mayores llegaban a la nueva casa del Seminario de Guadalajara en Chapalita, aún sin terminar.

Ejemplar e imponente

1958 traduce un entorno ideal, entusiasmo político, en lo eclesial, Jalisco tomaba el estandarte representativo de todo México, al final del año, el 15 de diciembre, el Arzobispo de Guadalajara se constituía como el Primer Cardenal Mexicano; ese diciembre se realizó una marcha triunfal del nuevo purpurado.
El asunto del Seminario y las vocaciones se consolidaba. Al frente estaba el rector don José Salazar López, que constituyó un equipo formidable de superiores, tanto en el Seminario central y también en sus distintas casas. Pues en ese año fue nombrado como prefecto del seminario de San Juan, el sacerdote don J. Guadalupe, con gran dinamismo, fortaleza, pero, más que nada, disciplina, disciplina cuasi militar. Un predicador implacable. Cejas tupidas, perfil aguileño, estatura ideal. Empezó a trabajar con gran ahínco mejorando todos los aspectos de este seminario auxiliar, una casa con un corredor señorial, fresco y acogedor. Amplio los espacios con una nueva sección de dormitorios, un patio amplísimo para practicar deporte, un salón de actos que luego se utilizaría como gran comedor. Esto a dos cuadras del centro de San Juan y la Basílica. Hacia el norte adquirió un gran espacio para campos de futbol, en la cumbre del cerrito llamado la Martinica. Junto al río un gran huerta con establo para tener lo necesario para la alimentación.
En lo interior, en lo propio de la formación, intensifico la piedad, contando con un compañero de fórmula, el P. Bruno Mendoza Cabrera, de San Diego de Alejandría. Optimizó los estudios. Muchos detalles positivos. Al amparo de la Virgen de San Juan, organizaba a los seminaristas para recabar fondos, en las fiestas, los seminaristas estaban ahí en contacto con los peregrinos. Aquel mundo de gente de todo México miraba con cariño aquellos muchachitos con sotana y cota, ofreciendo estampitas, no en la Basílica, sino a cierta distancia.
Luego vino el tema de las vacaciones de comunidad que organizaba muy bien. Fue célebre el tiempo donde se pasaban los seminaristas su descanso en el Sauz del Cajigal, de Arandas. Luego tuvo la feliz idea de comprar una fracción en El Ojo de Agua, que se convirtió en una estancia ideal hasta el día de hoy, en esto apoyado por el P. Juan Pérez Gallegos. Fue una época ideal. Unas participaciones en las solemnidades de la Basílica era algo muy grande. En eso llegó el tiempo en que el Señor Salazar fue nombrado Obispo auxiliar de Zamora. Tomaba las riendas del Seminario don J. Jesús Becerra Fernández, que siguió el legado de su antecesor. Luego don Guadalupe Hernández fue nombrado párroco de Arandas. Ministerio, que como todo ser humano, no fue muy exitosa. De ahí pasó a la parroquia de Tequila.

La última etapa


Hace algunos años, terminó su tiempo hábil. Escogió su tierra para pasar sus últimos años. Y este 8 de junio de 2013. Aquella carrera magnífica, aquella vida tan intensa, un sacerdocio tan entregado llegaban a su fin, a la vera del Señor.S

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