Si aún tienes papá


Por el padre Miguel Ángel

Si aún tienes un padre cuyos brazos sean nidos de ternura, de sostén y amor; si es su frente clara, y oscura su testa, erguido su porte y firme su andar, ámalo por joven, por gallardo y fuerte y por su energía, gracias a Dios da.
Mas si ya en sus sienes la escarcha del tiempo cubre sus cabellos y en su frente miras de otoño las huellas fatales marcar, sigue amándojo, hijo, corona su frente tan llena de penas que pos sus afanes por verte sonriente no midió jamás.
Cuando el crudo invierno su ciezo desate y su línea egregia mires declinar, inclina tu frente, dobla tu rodilla, venera sus canas y su lento andar.
Y... cuando en la tierra no exista tu papá un un día oscuro no lo tengas ya, mira hacia la altura y siente que su alma protege aún tu vida; con justos conceptos te orienta y anima en recta verdad... y sabios consejos te dirá al oído con la voz perenne de la eternidad...
Hay inmensidad de profesiones a las que el hombre consagra sus afanes; éstas crecen y se ramifican según las necesidades y capacidades humanas, pero qué pocos son los hombres expertos en el arte de su profesión.
La inmensa mayoría estamos llamados a ejercitar una misma vocación: la vocación de la paternidad, pero ésta no se puede más o menos preparar.
Es cierto que el mundo necesita de mejores técnicos, de mayor número de obreros calificados, abundancia y mérito de profesionistas, pues de ellos depende el porvenir de la historia. ¿Pero no será también muy cierto que el mundo ande más urgido de verdaderos papás? Porque la grandeza del mundo está condicionada a la grandeza del hogar. Y si un técnico no improvisa, mucho menos un papá.

Quien logra el diálogo familiar, el respeto por el otro así como es, el amor conyugal y familiar,  la educación en las virtudes humanas y cristianas y la capacidad de análisis y discernimiento, está construyendo una sociedad como una familia, un mundo como un hogar, una historia como una trama de heroísmo.

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