Por el padre Miguel Ángel
Hay una antigua leyenda romana que
habla de dos hombres que murieron al mismo tiempo: uno era asesino y
el otro escribía novelas pornográficas. La sentencia para ambos fue
ser atormentados dentro de una olla hirviendo.
Pasados cien años, las llamas de la
olla del asesino se apagaron, en cambio las de la olla del escritor
pornográfico seguían muy encendidas.
El corruptor preguntó a un ángel por
qué al otro ya no lo atormentaban y a él sí le seguían
atormentando las llamas; entonces el ángel le respondió: “Es que
los malos ejemplos del asesino ya nadie los recuerda y a nadie le
hacen mal ya, pero las novelas que tú escribiste todavía siguen
enseñando a pecar a muchas gente, por tal motivo tú tienes que
sufrir tormentos por los pecados que cometiste y por los pecados que
otros cometen por culpa tuya, a causa de tus malas enseñanzas.
Con qué tono de voz tan enérgico y
con qué rostro tan serio habrá pronunciado Jesucristo las frases.
“El que escandalice a uno de estos
pequeños que creen en mí, más le valdría que le pusieran al
cuello una de esas enorme piedras de molino y la arrojaran al mar”.
Afirmaba un escritor que en estas
breves frases de Jesucristo se encuentran ya en germen el primer
código de protección a la infancia.
Se ha dicho con acierto que un niño es
Dios en una flor y que por lo tanto al escandalizarlo matamos a Dios
en el corazón del niño.
En el corazón de cada uno de los
pequeños hay un santo o un criminal, según sea el camino por donde
se le lleve, por eso quien escandaliza a los niños les pone en el
camino del mal, del crimen y del pecado.
Cierto día salió la noticia de que
gran cantidad de nieve sepultó un sanatorio infantil y murieron
cincuenta niños, eso impresionó muchísimo, pero desgraciadamente a
veces no nos impresiona cuando una película, una revista, una
novela, un centro de corrupción mata a miles y miles de almas
inocentes. Las frases de Jesucristo son deliberadamente muy severas y
fuertes, pues haba de que más le valiera a uno que le amarraran al
cuello una pesadísima piedra de ésas que se usaban en los molinos y
lo echaran al fondo del mar, lo cual equivalía ciertamente a no
tener esperanzas de lograr salir a flote.
¿Y por qué tanta severidad de
Jesucristo acerca del que escandaliza o enseña a pecar a otros?
Porque pecar es algo muy grave, pero enseñar a otros a pecar es
inmensamente peor.
Jesucristo nos dice en el Evangelio:
“Si tu mano te es ocasión de pecado,
córtatela,; pues más te vale entrar manco en la vida eterna que ir
con tus dos manos al lugar del castigo, al fuego que no se apaga. Y
si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo; pues más te vale
entrar cojo en la vida eterna que con tud dos pies ser arrojado al
lugar de castigo. Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo;
pues más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser arrojado
con tus dos ojos al lugar de castigo donde el gusano no muere y el
fuego no se apaga”
¡Cada quién podremos sacar las
conclusiones personales!
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