Por Gonzalo, “Chalo” de la Torre Hernández
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Más vale oler a puerco y no oler a muerto. Esa frase la dijo una maestra hace como unos treinta años. Se refería a que en un invierno particularmente frío y ella con una de esas gripes que no se le desean a nadie, llegó a la escuela sin haberse bañado.
Muy joven ella y con una belleza que llamaba la atención, dijo una frase que encierra una gran sabiduría. Que yo sepa de no bañarse nadie se ha muerto pero de bañarse en condiciones de riesgo, sí.
Les platicaré un caso verdaderamente real de alguien muy cercano en mi familia que sí falleció de eso, de bañarse en condiciones tan frías y húmedas que más valía no se hubiese bañado.
A eso de las seis de la mañana de un día 29 de septiembre, se levantó con intención de bañarse para luego ir a misa. La casa donde ella estaba en esos días al cuidado de sus nietos, estaba de tal forma distribuida que para ir al baño era necesario cruzar parte del patio, ya que el baño estaba en el exterior de las habitaciones.
El boiler o calentador, era de esos que calientan con leña y era necesario encenderla, obviamente. El clima estaba muy frío por uno de esos llamados “nortes” o vientos helados acompañados de una lluvia pertinaz que duró varios días. La leña estaba mojada y no pudo ser encendida, de manera que no fue posible calentar el agua del baño.
Como se acababa de levantar y estaba acompañada solamente de tres menores de edad, salió vestida con un camisón muy delgado, que no le protegía en absoluto del intenso frío ni de la lluvia.
Tomó la decisión de bañarse de todos modos aunque el agua estuviese fría. Para colmo, el baño no tenía puerta, sino solamente una tela muy delgada a manera de cortina que no cubría casi nada y el viento helado circulaba como Pedro por su casa. Esto es, se estuvo bañando prácticamente a los cuatro vientos en condiciones tan frías como inconvenientes; y como si faltara algo, se le olvidó la toalla e hizo el recorrido hasta la habitación, toda mojada cubierta solamente por su camisón.
Y sucedió lo más lógico en esas condiciones; atrapó una neumonía tan intensa y tan rápidamente, que sólo hasta mediodía pudo salir a buscar un vecino que le ayudase a localizar a alguno de sus parientes o a un doctor.
Cuando a éste su servidor le informaron de la situación, de inmediato busqué a un doctor que acudió de manera inmediata a auscultarla y brindarle las primeras atenciones médicas. Ya habían transcurrido como seis horas de haberse bañado.
El galeno me informó de la gravedad del caso, diciéndome que era imperativo trasladarla de inmediato a un hospital. La escasez crónica de recursos económicos, impidió el traslado inmediato por lo que fue necesario llamar a algunos parientes a la ciudad de Guadalajara para que acudiesen por ella, ya que contaba con la atención del IMSS, por ser pensionada.
Cuando los parientes cercanos llegaron con un vehículo para llevarla a la capital jalisciense, ya pardeaba la tarde y de inmediato se pusieron en marcha. Al llegar a la clínica catorce del IMSS en Guadalajara, también de inmediato fue recibida y hospitalizada brindándole las atenciones que marca el protocolo para esos casos.
A pesar de todos los cuidados y los métodos médicos, luego de ocho días de luchar contra la enfermedad contraída, finalmente sucumbió y entregó su alma al Señor el seis de octubre de 1999.
Esa señora, era mi suegra a quien aunque usted no lo crea, yo quería mucho pues era una persona con muchas cualidades, pero desafortunadamente no midió los peligros de bañarse en esas condiciones. Descanse en paz.
Dícese que hay que experimentar en cabeza ajena. Les comparto esa experiencia para que nos sirva de algo al prevenir posibles condiciones de riesgo, en este invierno que promete ser (ya lo está siendo) muy generoso. Esto es, que hará un ch…orro de frío.
El frío es gratis, pero las cobijas y las chamarras, no y menos los medicamentos. No cuidarse puede salir muy caro.
Con este frío hasta las ideas se enfrían, pero no deje enfriar las precauciones y tome sus providencias.
Recuerde: de no bañarse, nadie se ha muerto.
Y también tenga presente, como dijo anteriormente la maestra: más vale oler a puerco, que oler a muerto.
Brrrrrrrrrr. Qué frío.
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