El gran valor de un niño


Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com

Hace mucho años, cuando trabajaba como voluntario de un hospital, conocí a una niñita llamada Liz que sufría de una extraña enfermedad. Su única oportunidad de recuperarse, era un transfusión de sangre de su hermano de 5 años, quien había sobrevivido a la misma enfermedad y había desarrollado los anticuerpos necesarios para combatirla. 

El doctor explicó la situación al hermano de la niña y le preguntó si estaría dispuesto a darle su sangre. Yo lo vi dudar por un momento antes de tomar un gran suspiro y decir: “Sí, lo haré si eso salva a Liz. Le voy a dar mi sangre para que ella viva”. Mientras la transfusión se hacía, él estaba acostado en una cama al lado de la de su hermana, muy sonriente, mientras nosotros los asistíamos y veíamos regresar el color a las mejillas de la niña. 

De pronto el pequeño se puso pálido y su sonrisa desapareció. Miró al doctor y le preguntó con voz temblorosa: “¿A qué hora empezaré a morir”? El niño no había comprendido al doctor y pensaba que tenía que darle toda su sangre a su hermana para que ella viviera y creía que él moriría… y aun así había aceptado.

Qué ejemplo tan especial de aquel niño de cinco años, a quien no le importó dar su sangre a cambio de la salud de su hermanita.

Jesucristo es nuestro hermano mayor y quiso dar hasta la última gota de su sangre por nuestra salvación.

Te invito para que reflexiones qué valor tan grande tienes, pues vales lo que vale la sangre de Cristo, pues con ella fuiste comprado.

Dios quiera que las personas que traen muy baja su autoestima se comiencen a valorar más, pues su gran dignidad está cimentada en que son hijos de Dios y han sido comprados con la sangre de Cristo.

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