Por Oscar Maldonado Villalpando
San Diego de Alejandría se transforma.
Para el 8 de enero de cada año el pueblo es el lugar de encuentro, cruce de caminos, convergencia de voluntades. Esta vez con la llegada del día último del año 2014 un ambiente distinto también llega a esta población. Así empieza el novenario de la Inmaculada Concepción.
San Diego de Alejandría tiene apreciadas tradiciones recibidas de los mayores. Como toda esta región de los Altos, también San Diego cuenta con gran número de hijos ausentes. Muchas personas han tenido que dejar el pueblo para ir a buscar mejores trabajos. Algunas han ido a ciudades del país como León, México, Guadalajara, Monterrey, San Francisco del Rincón y también a los Estados Unidos en California y Texas, sobre todo.
Estas personas esperan con emoción estos días para regresar, para llegar a encontrarse con los familiares, amigos y conocidos.
El motivo principal es honrar a la Inmaculada Concepción, que desde 1837 fue elegida como Patrona de esta naciente congregación. Es de señalar que en esos años la Iglesia aún no proclamaba este gran dogma sobre la Santísima Virgen, pero los feligreses ya vivían esta convicción de que la Virgen había sido preservada, por el poder de Dios de toda mancha de pecado original. El cariño y el fervor del pueblo cristiano se habían anticipado a la definición de la misma Iglesia en forma oficial.
La decisión fue aceptada y bien vista por el Obispo don Diego Aranda y Carpinteiro, (1836-1853) eran los primeros pasos del México independiente. Desde entonces, como protegido por singular bendición, el pueblo fue creciendo y fortaleciéndose en todos los aspectos: lo religioso, lo social y lo económico. Al paso de los años los habitantes merecieron la distinción de que su pueblo fuera erigido como una parroquia de la ya Arquidiócesis de Guadalajara, que fue creada en 1863 en la persona de don Pedro Espinoza y Dávalos, primer arzobispo metropolitano. La provincia eclesiástica de Occidente está celebrando el 150 aniversario.
San Diego de Alejandría en aquellos años un pueblo próspero, por eso en este mismo siglo antepasado fue elegido como municipio en 1885.
Todo esto es un sustrato, un cimiento de los valores actuales. Ese es el origen. Por eso los días de la fiesta son la oportunidad de rescatar la identidad. Este año se ha desarrollado el novenario de la Virgen con fervor y alegría meditando en las bienaventuranzas.
Especialmente los últimos días, antes del día 8, es cuando van llegando los hijos ausentes y alegran el pueblo. Este año la fiesta ha estado muy lucida. Por la noche el pueblo se llenó de cantos con el teatro del pueblo. Al medio día se tuvieron peregrinaciones así como en la noche. El castillo y los juegos pirotécnicos hicieron su presencia engalanada. Todo se transforma en estos días. El día 8 la fiesta llega a su culmen. La peregrinación de los Hijos ausentes, la misa especial. La plaza adornada y llena de puestos y juegos para los niños. La Presidencia invita a la comida en la Casa de la Cultura donde todos los que aman a su pueblo se encuentran y se alegran. Se puede decir que la protección de la Virgen, tan bella, sigue uniendo a todos los que han nacido en San Diego, aunque tengan que vivir en otros lugares; ellos siguen perteneciendo a esta familia eclesial.
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