La isla desierta


Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com

En medio de una fría noche, se encontraron por casualidad 6 personas que estaban perdidas en una isla desierta y cada una con un pedazo de leño en la mano. No había más leña en toda aquella isla perdida en medio del inmenso mar. 

Todos estaban sentados alrededor de una pequeña fogata que ya se iba extinguiendo por falta de combustible y el frío se hacía cada más insoportable.

La primer persona era un mujer pero un resplandor de las llamas iluminó el rostro de unos de los presentes: ¡era un inmigrante negro! La mujer se dio cuenta, apretó el puño a su pedazo de leña. ¿Por qué gastar su leño para calentar a un vagabundo que viene a robar pan y trabajo? 

Otro hombre que estaba a su lado vio a uno que no era de su partido. Nunca, jamás estaría dispuesto a gasta su pedazo de leño por un adversario político. 

Una tercera persona estaba mal vestida y se retorcía un poco en sus ropas escondiendo su pedazo de leño y viendo a su vecino que se notaba era rico; ¿por qué gastar su leño para un rico ocioso? 

El rico estaba sentado pensando en sus bienes, en dos dos mansiones, en sus automóviles nuevos, en su abundante cuenta bancaria. Tenía que conservar su pedazo de leño a toda costa y no gastarlo por aquél grupo de flojos e ineptos. 

El rostro oscuro del inmigrante mostraba un ansia de venganza en aquella pequeñísima luz del fuego casi apagado. Apretaba fuerte el puño a su pedazo de leño. Sabía bien que todos aquellos “blancos” lo despreciaban. Nunca sería capaz de ofrecer su leño; había llegado el momento de la venganza. 

El último miembro de aquél grupito era un tipo amargo y desconfiado. No hacía nada si no obtenía algún beneficio a cambio. Dar solo a quién da, pensaba: “deberán pagarme muy caro este pedazo de leño”.

Los encontraron así, los con los pedazos de leño apretados en sus manos, ¡inmóviles, congelados! 
Nuestro mundo muere, decimos pero seguimos “aferrados” a nuestros leños.

Qué triste es vivir con egoísmo, sin qurer compartir con los demás lo poco o mucho que tengamos.

Yo un día comentaba con unos amigos, que es más sabrosa la comida o el dulce cuando se comparte con otros.

¡Prueba y te convencerás!

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