El Apagón


Veía el jueves en Facebook, en el muro de un maestro de la UdeG, un video elaborado supuestamente por un periódico de Oaxaca, donde ponían a varias mujeres a leer parte de las letras de algunas canciones, (algunas de ellas ya muy viejas, como El Apagón, de Yuri) y las damas se quedaban asombradas, se indignaban o en el mejor de los casos soltaban una risita de incredulidad.

Y es que las letras de dichas canciones tenían un contenido altamente sexual, violento y denigrante hacia la mujer. Total que el ejercicio del video quería demostrar el cómo habitualmente la gente canta canciones de maltrato hacia las féminas, con toda naturalidad y sin darse cuenta realmente de las ofensas que se proferían hacia el sexo femenino de manera cotidiana y hasta con ritmo.

Se me hizo curioso ver que mi amigo del Facebook haya compartido ese video dando a entender que no estaba de acuerdo con las canciones donde se transmita violencia hacia la mujer. Y es que, esta misma persona ha promovido también a través de su muro, obras “artísticas” de teatro donde la gente actúa desnuda o bien le ha dado su repasada a uno que otro cura, en especial al cardenal emérito Juan Sandoval, por lo que él considera visiones religiosas vetustas y fuera de lugar.

Y está bien, cada quien puede mostrarse a favor o en contra de cualquier cosa, moda, corriente, ideología, gusto, etcétera. Pero ahí es donde la libertad de expresión de uno choca con la del otro y eso que todos tenemos derecho a la misma.

¿Cómo pedir que se censuren canciones como La Planta, Perra Interesada, Agárrala o Rastamandita y además promover y de paso exigir que dejen a alguien actuar encuerado en una obra de teatro o no llamar intolerante a alguien que ataca a la iglesia y a los que creen en ella?

Está difícil la libertad de expresión, a todos nos gusta pero solamente nuestra libertad, pero no la de los demás y menos si nos molesta.

Aquí lo que se puede hacer es simplemente aguantar como a uno lo aguantan con sus gustos, disgustos, filias y fobias y cuando algo no es de nuestro agrado, pues simplemente emitir una opinión y quizás dar una orientación a alguien acerca de por ejemplo, escuchar reguetón o narcocorridos y en una de esas nos hace caso la persona y deja de escuchar esas cosas.

Creo que más no se puede hacer, como multar a cierto artista si canta un narcocorrido o directamente prohibirle que se presente a dar su concierto o baile; no se puede encaminar a todo un pueblo por la fuerza y evitar que escuche ese tipo de música, pues basta con prender la radio, poner un disco o buscar el tema en internet para seguirlo reproduciendo.

Ciertamente se puede conminar a la gente, sobre todo a los jóvenes y niños, que ese tipo de música sólo hace apología de matanzas entre narcotraficantes y enaltece a los capos de la mafia, que hacen sus fortunas envenenando a cientos o miles de personas al año, destruyendo familias y hogares y sembrando zozobra en el resto de la población.

Quizás alguien bien prevenido aborrecerá este tipo de música o el reguetón, o todo aquel tema que incite la violencia en contra de alguien más y cuando se presente un artista de este tipo ni siquiera habrá interés por ir a verlo.

Todo esto por el palenque de Tepabril anunciado para este año, donde muchos han puesto el grito en el cielo porque van a venir Calibre 50, El Komander y otros alterados de ese tipo y en contraparte se ha señalado que no vendrán artistas que “la gente quiere desde años” como el Buki, Alejandro Fernández o Juan Gabriel.

Pues es lo que hay, no nos podrán gustar, pero ni modo. Pero tiene remedio muy sencillo, que nadie vaya a ver a esos artistas y el siguiente año no creo que los vuelvan a traer si en este tuvieron muy poca aceptación.

Y si se llena el palenque en este año con los mencionados cantantes, la culpa no será del concesionario del palenque o las autoridades que le permitieron organizarlo, sino la gente que pagó su boleto para ir a verlos y que por lo visto le gusta ese tipo de música.

¿Y por qué le gusta ese tipo de música? Pues porque están de acuerdo con las letras, se les hacen graciosas, amenas, reflexivas o verídicas. Ni modo.

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