Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com
Entre los enfermos que se atendían en un hospital de Turín había un anciano de 70 años que no quería recibir los sacramentos a pesar de estar próximo a morir. Las religiosas insistían, pero inútilmente. Entonces reunieron en una sala contigua a la pieza del enfermo a los niños y les recomendaron que rezaran por la conversión del anciano.
El enfermo oyó la exhortación de la hermana y la oración de los inocentes y se conmovió. Recordó los años de su niñez. Sintió los remordimientos, tuvo temor de la muerte cercana y del infierno. Pidió que se llamara al sacerdote y dijo: “Quiero confesarme; ya van 56 años que no lo hago y mi vida esta llena de pecados”. Luego le mostró el rosario, diciendo: Es el recuerdo que guardo de mi madre. Al dármelo, me había dicho que le prometiera de rezarlo a menudo. Es la única cosa buena que he cumplido en medio de mi vida de pecados y ahora la Virgen me ayuda a convertirme”.
La Virgen María ha conseguido de Dios nuestro Señor muchos favores para la humanidad como por ejemplo ha librado a pueblos enteros de guerras, inundaciones y terribles desgracias, pero sobre todo ha ayudado a muchos personas de morir en pecado mortal y condenarme como el caso de este anciano que llevaba 56 años viviendo un pecado mortal.
La oración de los niños es muy eficaz; recuerdo que en una ocasión no quería llover y me puse a rezar con los niños con mucho fervor y esa misma tarde llegó la lluvia.
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