No sé por qué le molesta tanto a la feligresía de Morena, que quienes no piensan como ellos marchen para protestar por lo que quieran protestar.
Y digo feligresía y no militantes de Morena, o simpatizantes de un movimiento, porque en realidad parecen más bien fieles, feligreses de un culto religioso, miembros de una secta en la que el líder reemplaza a la razón.
Ejemplos hay muchos. Si a los Mormones les dicen que no deben de tomar Coca Cola obedecen, por absurdo que parezca; si a los Testigos de Jehová les prohíben saludar a la bandera y cantar el himno nacional, sus niños se niegan en la escuela a saludar a la bandera y a cantar el himno, prefieren ser expulsados antes que violar dicha norma, absurda para quienes no practican esa religión; y peor aún, tienen prohibido recibir transfusiones de sangre, si tienen alguna enfermedad grave o sufren algún accidente que requiera recibirla, prefieren morir antes que aceptarla.
Hace algunos años hubo una secta en Estados Unidos en la que se llamaban así mismos La Familia, cuyo líder era un loco llamado Charles Manson que se creía Jesucristo, que basado en una canción de los Beatles les hizo creer a sus fieles que habría una rebelión sangrienta por parte de los negros y que había que prepararse para matar, y para practicar les ordenó que mataran a todas las personas que había en una casa, siete, entre las que se encontraba la actriz Sharon Tate con 8 meses de embarazo. “Está bien -dijo una de las muchachas de la secta al ser detenida-, si hay que matar a alguien está bien”, porque eso les metió en la cabeza el líder Charles Manson, quien acaba de morir en prisión hace poco más de un año.
En el caso que nos ocupa, si López Obrador les dice a sus fieles que en Texcoco hay un lago, hay un lago aunque no haya ni madres, si les dice que hay patos, hay patos aunque no haya más que polvo, si les dice que preguntarle a menos del 1 por ciento de los mexicanos, sin ley, sin control, sin nada, es una consulta válida, es una consulta democrática y legítima; si les dice que ya no vender petróleo crudo es la solución mágica, justa y soberana para la economía del país, eso es, aunque los mercados financieros reaccionen tirando la Bolsa y depreciando el peso frente al dólar.
En un culto religioso sólo el líder tiene la razón, Él es el pueblo bueno y sabio, lo que diga el pueblo, es decir, lo que digan sus adeptos, o sea, lo que diga Él, ése es el camino, la verdad y la vida, como Jesucristo. Ya entendí pues por qué le molesta tanto a la feligresía morena que otros que no siguen a su líder organicen una marcha, porque le molesta a su líder, y lo que no le guste a su líder deben rechazarlo todos sus seguidores, lo que él diga que está bien, está bien, y lo que él diga que está mal, está mal, quienes no piensen como su líder y no acepten sus decisiones -por más absurdas que parezcan- son fifís, pirruris, camajanes, explotadores, prianistas… y no tienen derecho a nada, su marcha es lo peor que los miembros de la secta han visto en años, en décadas, en mucho tiempo desde que tienen uso de razón, bueno…
Yo creo que todo mundo tiene derecho a marchar por lo que se le pegue la gana. No creía yo que la llamada Mega Marcha NAIM tuviera éxito, pero por las dudas fui a asomarme al Paseo de la Reforma el domingo pasado. Y después de lo que vi esto fue lo que relaté en el Twitter:
“En enero de 1994 me tocó reportear el alzamiento zapatista en Chiapas, 24 años después reporteo con emoción el inicio de la resistencia contra la dictadura que pretende Andrés Manuel López Obrador”.
“Sin acarreo, sin vidrios rotos, sin pintarrajear fachadas, sin saquear tiendas, sin insultos y en completo orden, hoy vi marchar a miles de mexicanos libres para exigir progreso, no retroceso. Quería yo ver el inicio de esta historia y lo vi”.
“Incluso a gente muy humilde, comuneros de Atenco protestando por la cancelación del aeropuerto en Texcoco, recordándole a López Obrador que ellos son el pueblo al que tanto dice defender”.
“Vi pasar toda la marcha (durante unos 40 minutos) desde un restaurante del Paseo de la Reforma a donde fui a desayunar, escuché todas las consignas, leí casi todas las pancartas, lonas y mantas, y ni una mención a las comisiones y a los bancos. Las más, contra el autoritarismo y las consultas simuladas”.
(Al terminar de desayunar alcancé a la marcha y caminé por un momento entre los últimos, y luego por la acera sur de Reforma y por la calle Madero para llegar antes que los de la retaguardia al Zócalo).
"Amigo de Maduro, dictador seguro" coreaban algunos. "Es un error estar con obrador" decían otros. Y la mayoría: "No somos uno ni somos cien, López Obrador cuéntanos bien". Y sí, eran miles, no sé cuántos pero miles. Si sabe contar López Obrador...”
“Y esto es sólo el comienzo de una nueva historia. A cada acción corresponde una reacción. Fue solo la primera marcha, ya están convocando a la siguiente para el 2 de diciembre, con López Obrador ya en el poder. ¿Más numerosa? tal vez, con garrotazos ya, no lo sé...”
“Esta vez todo fue en paz, ni policías había (pero no hay aún un gobierno represor), ni discursos al final, el Zócalo estaba convenientemente lleno de estructuras metálicas que impidieron la concentración, la gente se retiró en paz. Exactamente lo que yo esperaba y un poco más”.
“Y bueno... no todo está perdido. La dictadura viene pero llegará junto con la resistencia. Será interesante ver el trato que le den los medios tradicionales a esta marcha, tendrán que decidir y apostar de qué lado se ponen... con López Obrador o con el pueblo libre”.
Hasta ahí lo que narré el domingo por la tarde en mi cuenta de Twitter. El tema dominó las redes, los dueños del copyright de las marchas condenando, insultando y mintiendo (llegaron a decir que fueron 200 “acarreados” los que marcharon, cuando la Secretaría de Seguridad Pública de CDMX calculó el número en 5,500. “Está bien mentir, está bien” habrían dicho los fieles de Charles Manson; y los que marcharon y quienes sin marchar simpatizan con ellos, defendiéndose de los ataques y las mentiras.
Otro tuitero, Alejandro Hope dijo ese mismo día: “Fue una marcha mal planteada, organizada sobre las rodillas, con mensaje confuso. Y aun así logró la movilización de algunos miles de personas en un bastión obradorista, además de dominar la conversación en redes. Si estuviera en el oficialismo, no me lo tomaría tan a la ligera”.
Una anécdota extra. Al terminar la marcha entré a un Oxxo a comprar agua. Había unas 15 personas haciendo lo mismo, formadas en una fila para pagar. Y los cajeros los miraban como si vieran a extraterrestres, como preguntándose ¿qué clase de marcha de protesta es ésta, que hacen cola para pagar?
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