Hay gente a la que no le gustan los árboles ni ningún tipo de vegetación. Me ha tocado ver algunas casas que cuentan con una pequeña área de pasto o de plantas, y por muy chico e inútil que sea ese espacio para cualquier otra cosa que no sea vegetación, sus moradores le ponen cemento encima.
Quizás no les gusta la tierra, el lodo, la basura que suelen dejar las plantas cuando se secan, el cuidado de estar regando y abonando el área verde, o simplemente odian cualquier vestigio de vida vegetal y en general cualquier tipo de vida que no sea la suya.
Desgraciadamente la zona de Los Altos es una región más bien árida, con fuerte tendencia a convertirse en desértica en unas cuantas décadas más. La transición ha comenzado con la transformación del suelo: el desmonte de grandes áreas para transformarlas en granjas, sembradíos de agave o zonas comerciales o residenciales.
Y no es que alguien se oponga al progreso, a la construcción de negocios u hogares para el bienestar de los habitantes, todo debe tener un equilibrio, pero si nadie lo busca ni lo obliga, pues solo no se va a establecer.
Es una pena que en una colonia de esta ciudad, populosa y con varias carencias, como su camino principal en mal estado, a alguien se le haya ocurrido talar los pocos árboles que había.
El dueño de una extensión, de una área que está a medio urbanizar, simplemente puso a sus trabajadores a cortar 13 árboles frondosos y sanos, con el único argumento de que el terreno es suyo y que lo necesita para edificar, pues para eso compró el predio.
Se escuda al decir que obtuvo todos los permisos necesarios. Las autoridades dicen que se otorgó la autorización a cambio de que el particular donara 1,200 arbolitos, los cuales supuestamente es un hecho que se recibirán y que por lo tanto “se invita a la gente a ‘adoptar’ un árbol, plantarlo y cuidarlo”.
Pues qué fácil. El camino al infierno está empedrado de buenas intenciones. El empresario ya cumplió, la autoridad también y si esos 1,200 arbolitos no son plantados ni cuidados y no dan sombra dentro de 20 años, será culpa de los habitantes que no quisieron “adoptar” ni un pinche árbol.
Qué desconsiderada la gente, ahí está el particular de buena gente “regalando” 1,200 árboles y los funcionarios teniéndolos listos para que sólo pasen por ellos y los planten por ahí…
Así pues, un problema que no existía y que en todo caso era de dos personas, ahora es de la comunidad y será culpa de ésta si no se resuelve, no de los que lo causaron y lo permitieron.
La futura desertificación y en general todo el trastorno climático no sólo de Tepa sino de todo el mundo, será entonces culpa de las masas y no de los poderosos que son los que más consumen recursos naturales, tampoco de los gobiernos, pues ellos sólo ven que se donen 1,200 árboles por cada uno talado, aunque después no haya quién los plante.
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