Por Faby G. Ontiveros
Advertencia: El siguiente texto contiene lenguaje vulgar. Gente bonita y correcta, abstenerse de seguir leyendo. Gente común y corriente, y ocasionalmente de malos modos, pásele.
Amigos, ¿cómo empezar esto? Tengo 30 minutos frente a la pantalla tratando de escribir y toda la santa tarde en el intento de acomodar las ideas, porque sé lo que les quiero decir pero primero quiero que entiendan de dónde vienen estas palabras.
La gente a mi alrededor dice que soy pesimista y que para todo tengo un PERO, y yo no los corrijo. Para serles honesta, ante cualquier situación me imagino el peor escenario posible, pero es precisamente por eso por lo que soy optimista de clóset.
Antes de que digan "Esta ya se volvió loca" déjenme les explico: es optimismo porque me imagino todo lo que puede salir mal con la esperanza de que al contrario, todo salga bien, y cuando esas cosas malas no pasan siento un alivio muy grande, pero por si las dudas ya estoy preparada mentalmente y puedo anticiparme a los problemas.
Por otro lado, me esfuerzo mucho por apreciar esos pequeños destellos de luz que todos los días tenemos, pero es increíblemente fácil darlos por sentado y que pasen desapercibidos. Así que aquí es donde me pongo hippie y les platico que todas las noches antes de dormir trato de agradecer las cosas buenas que pasaron en el día. Tal vez tuve un día muy pinche pero ¡oye! tuve comida sobre mi mesa y un techo sobre mi cabeza, hay mucha gente que no tiene eso.
Pues últimamente he tenido días muy pinches, y se los escribo riéndome porque ya qué más me queda. Han sido días llenos de estrés, contratiempos y problemas, de sentir que ¡uta, todo yo! Como a todos les pasa pues, todos tenemos problemas, y uno trata de torear la vida y encontrar soluciones a un problema a la vez, pero esta semana hubo un momento en el que me senté, después de estar corriendo por todos lados tratando de dar lo mejor de mí para salir adelante y pensé "Ya no puedo más, ahora sí no sé qué hacer. Estos problemas no tienen solución".
Seguramente alguna vez se han sentido así, amigos, ¿y saben qué? A riesgo de sonar como una charlatana en esos estúpidos libros de autoayuda, sentirse así está bien jodido, pero está bien. Es normal. Nadie tiene sólo días buenos, pero lo único que nos queda es pensar que igual y mañana no nos va a ir tan mal, así que ese día me revolqué en mi miseria y agradecí muy apenas el techo, la comida, la salud de mis familiares y la compañía de mis mascotas, nomás por no perder el hábito, y de paso pedí por un mejor mañana.
Pues al día siguiente cuando los problemas seguían ahí y el día iba a pintar mal, llegó de visita mi primo con su preciosa bebé para conocer a mi sobrino que apenas tiene dos semanas de nacido. Se juntaron los dos bebés y la niña le sonrió al niño, que ni se enteró porque estaba dormido, pero en esos momentos la casa se llenó de risas y alegría de parte de los adultos. Vi todo esto con mucha satisfacción y una gran sonrisa, pensando que aunque sea en esos instantes todo lo malo se desvaneció, que un día antes me había rendido pero ahora ya había espabilado y todavía no tenía la solución a mis problemas, pero la iba a encontrar, ¿cómo? quién sabe, pero optimista de clóset.
No les estoy diciendo que la respuesta a sus penas sean dos bebés riéndose, pero casi nadie habla de estas cosas y esos sentimientos tan derrotantes te pueden hacer creer que estás completamente solo, cuando en realidad mucha gente anda en las mismas y siempre hay alguien alrededor dispuesto a ayudar.
Si el peor escenario posible se vuelve realidad y no tienes la solución, date chance de revolcarte en tu miseria un rato, pero no pierdas de vista esos destellitos de luz que suceden a diario, porque a lo mejor ayer tuviste un día bien jodido y hoy también, y probablemente mañana también lo tengas, pero seguro que no siempre va a ser así.
Ser optimista y confiar en que algo bueno tiene que pasar no es ingenuo, pero la expectativa de ser feliz todo el tiempo y vivir sin problemas es irreal. Estar de mal humor o abrumado de vez en cuando no está mal, simplemente es ser humano.
Escribí más para mí que para ustedes, la verdad, porque sí soy pesimista pero no quiero serlo, porque cuando tienes ansiedad vives un día tras otro a catorrazos. Si nunca has experimentado la ansiedad bendito seas, pero es un problema cada vez más común y en nuestra región casi no se habla de ello, solamente nos enteramos de la tasa de suicidios que en nuestra ciudad es muy alta, así que si en la siguiente semana no me arrepiento, por aquí nos leemos y le seguimos a la plática.
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