La pradera está seca… y llena de rencor




La sociedad está dividida en dos. Y por el camino que vamos esa división terminará en un enfrentamiento violento de consecuencias imprevisibles que ambas partes lamentarán. Esa será, creo, la única herencia que le dejará a México el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha provocado y atiza cada el día el fuego de esa división.

Hay muchos nombres para cada una de las partes, unos son fifís, señoritingos, fascistas, canallas, neoliberales, conservadores (no sé cómo pueden ser ambas cosas a la vez cuando tales términos son opuestos, es tanto como decir que son flacos y gordos al mismo tiempo, pero así lo ha decidido López Obrador), son reaccionarios, explotadores, clasistas, ricos, privilegiados, corruptos, maiceados… cada día se le ocurre al Presidente un nuevo adjetivo para calificarlos.

Los otros son pobres, ninis, fanáticos, revolucionarios y especialmente chairos. Pero cualquiera que sea el nombre que se les dé, a final de cuentas son pejistas y antipejistas, están a favor o en contra del Peje como se le conoce a López Obrador desde hace muchos años. Y como el idioma inglés está de moda (a veces me siento extranjero en mi tierra porque no entiendo qué venden algunas tiendas de mi pueblo), unos se llaman así mismos amlovers y les llaman heaters a los contrarios, porque lo aman o lo odian, el Presidente es el amado líder para unos, o el despreciable dictador inepto para los otros.

Ya se veía venir. Desde hace 12 años se advirtió que López Obrador era un peligro para México y desde entonces se empezó a polarizar la sociedad entre simpatizantes y adversarios, los primeros eran muchos y cada vez más, los segundos eran menos y su número no crecía en la misma proporción que el otro bando, porque no habían visto de lo que era capaz -o incapaz- Andrés Manuel López Obrador, hasta que ganó la elección presidencial en la tercera ocasión que la buscó.

A partir de ahí, la cancelación del nuevo aeropuerto en Texcoco -que vendría a solucionar por algunos años la saturación del actual- fue la primera medida que alertó a muchos mexicanos acerca de la catástrofe que se le venía encima al país con el nuevo gobierno. Y el número y la preocupación de los adversarios creció. Tanto que antes de que tomara posesión de su cargo el nuevo Presidente, hubo una primera marcha de protesta en la Ciudad de México a la que asistieron, calculo, unas 15 mil personas.

Pero lo del aeropuerto en Texcoco fue sólo la primera señal que dio el nuevo gobierno, a los nacionales y extranjeros, a los inversionistas y a los mercados, de que el nuevo régimen marcharía por el camino equivocado volviendo al pasado, a los tiempos de Luis Echeverría y José López Portillo que tanto daño y atraso le causaron al país con su política populista. Seguirían muchas otras, dejar de comprarle gasolina a Estados Unidos provocando el desabasto que tanta irritación nos causó, cerrar los ductos para supuestamente evitar el robo de combustible, dejar de combatir al crimen organizado, comprar pipas a sobreprecio que hasta la fecha no se sabe dónde están, suspender la firma de contratos para la exploración y extracción de petróleo, proyectar un tren maya que no hace falta en un área protegida de la selva de Chiapas, lo mismo que nuevas refinerías cuando la tendencia mundial es en sentido contrario…

Y así como en lo económico se advirtió ya que viene un desastre, en el aspecto social éste está aquí, con despidos de miles de burócratas, gente sin empleo, médicos residentes a los que no les pagan, madres trabajadoras sin guarderías, mujeres golpeadas sin un lugar donde refugiarse, niños con cáncer sin apoyo, portadores de VIH igual, universidades con menos presupuestos, centros de trabajo cerrados por huelgas, la canasta básica más cara cada día… se advierten ya serios problemas de tipo social gracias a la serie de medidas que está tomando el nuevo gobierno, mientras que la corrupción prevalece y la violencia empeora.

Esto provocó ya dos convocatorias a protestar, la primera fue un fracaso. Pero la segunda, tres meses después cuando la situación había empeorado (hay más muertos en la paz de López Obrador que en la guerra de Calderón), la respuesta fue numerosa. Yo dije en Twitter que si luego de tantos agravios del nuevo presidente contra los mexicanos, no había respuesta a la convocatoria para protestar, y si gana su partido Morena en Puebla, se confirmaría que este país no tiene remedio y que millones de mexicanos se merecen al dictador.

Y después de ese mensaje, como tantos otros en la red estuvimos invitando a la protesta del 5 de mayo con diferentes motivos, el último que me permitió el nuevo gobierno y su “libertad de expresión” antes de bloquear mi cuenta de Twitter, decía “5 de mayo, a protestar contra el narco-gobierno de López Obrador. Durante 12 años el crimen organizado fue escalando el poder, imponiendo alcaldes, gobernadores y diputados, hasta que llegó a la Presidencia de la República. Ojo con las Islas Marías” (esto último porque tengo la sospecha de que lo que fue un centro penitenciario se convertirá en una base para el trasiego de drogas del Cártel de Sinaloa). Después de este mensaje el gobierno cerró mi cuenta de Twitter.

Valió la pena. Ningún partido político ni organización alguna convocó a protestar, fue la sociedad a través de las redes y la convocatoria fue un éxito. Yo fui a la manifestación de protesta en Guadalajara, como fui a la primera marcha en la Ciudad de México (antes de que entrara el nuevo gobierno), y me dio mucho gusto ver cómo llegaba cada vez más gente a la Plaza Universidad, hasta que la misma se llenó desde Juárez hasta Pedro Moreno, y más gusto me dio el entusiasmo con que gritaba la gente las consignas: “¡México, México, México!” “¡Fuera AMLO, Fuera AMLO, Fuera AMLO!” y me causó gran emoción escuchar a la gente cantar el Himno Nacional, lo que no puede hacer el presidente López Obrador (ni saludar a la bandera) porque se lo prohíbe su religión, Él se siente presidente de los evangélicos, no de todos los mexicanos, por lo tanto no es mi presidente, según Él.

Obviamente la protesta de unos molestó a los otros, a los amlovers fanáticos que la han calificado de ridícula, absurda, minoritaria, de mierda, y sobre todo clasista, que porque asistieron puras personas blancas, ricas, de piel tersa (como yo jajajaja). En realidad lo que no hubo fue acarreados, ni enmascarados, ni vidrios rotos, ni fachadas pintarrajeadas, ni comercios saqueados, ni desmanes, ni mentadas de madre, ni insultos, vaya, ni basura dejaron en el Paseo de la Reforma ni en la Plaza Universidad, porque protestó gente educada, que trabaja, que piensa, que se preocupa por el futuro del país. Y eso para los seguidores de López Obrador es clasista.

Ahí fue donde advertimos el grave riesgo de enfrentamiento que se avizora entre las dos partes en que está dividida la sociedad, hay mucho rencor y odio en una de ellas, el mismo que ha sembrado López Obrador cada mañana. Esto escribió un tuitero amigo, @Don Vix, que es muy ilustrativo al respecto:

“Leyendo las reacciones pejítimas a la marcha #AmloMxTeRaclama, aún descontando la intoxicación prepago de las granjas de trolls de Epigmenio, se puede advertir un factor común clarísimo, un rencor de clase atroz, y unas pinches ganotas de revancha.
Lo primero le da sustento social a la narrativa del triunfo de López. Lo segundo podría marcar el ritmo de su gestión pero, a lo visto hasta hoy, no será así por omisión: López va a desmadrar al país emparejándolo hacia abajo. Esto es: a lo más que pueden aspirar los rencorosos clientes de López, es a ver que el ritmo y el nivel de vida de ‘los otros’ se deteriora, pero no verán una mejora en su propio ritmo y nivel de vida. Por el contrario, después de un tiempo van a empeorar un poco.
Es ahí donde quiero ver a tres actores:
  1. 1) El propio López
  2. 2) Los liderazgos de todo color
  3. 3) La sociedad en su conjunto.
¿Qué va a acontecer cuando esas hordas rencorosas descubran que ooootra vez les vieron la cara de pendejos? ¿Será que para eso quiere López a su Guardia Nacional, para reprimir a sus propios votantes ya desengañados? Algo deberemos de hacer para canalizar todo el rencor que alojan esos bueyes en su chairo y gemebundo corazón. Bien en serio.
O lo hacemos, o esas nobles bestiecillas cívicas van a acabar siendo macaneados por su propio padrote, y en ese proceso se nos puede incendiar la pradera a todos. Hay qué pensarle”.

Piénsele…

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