• Fue el consentido de los alumnos de la Cornejo por 34 años
• Recordaba a sus estudiantes años después hasta con apellido
Por Gabriela González
Tepatitlán, Jal.- Fue un amargo 16 de septiembre para todos aquellos a quienes conocimos al profesor Guillermo Pulido Villa, quien falleció la tarde de este miércoles a los 82 años. “El Profe Memo”, como lo conocíamos sus alumnos, guió a muchas generaciones en la Secundaria José Cornejo Franco y será recordado por los tepatitlenses con mucho cariño.
El Profe Memo había sido por 34 años, el maestro consentido de los alumnos de la Cornejo Franco. Apenas el año pasado, a los 81 años, había decidido jubilarse y fue despedido emotivamente por sus entonces alumnos y compañeros de trabajo. Le gustaban las aulas, le encantaba dar clases de Historia y Español y los alumnos disfrutaban de ellas, no había duda, quizá por eso alargó lo más que pudo su estancia en la Secundaria.
Nacido el 6 de septiembre de 1938 en la Manzanilla, Pulido Villa no sólo fue profesor de la Cornejo, anteriormente había sido maestro de primaria. En el 79’ fue profesor en la López Cotilla, en la Niño Artillero, Miguel Padilla... y en todos los lugares donde él dio clases dejó un grato recuerdo entre sus alumnos, que aún muchos años después se encontraban con él y lo saludaban con mucho afecto.
La familia Pulido Ramos sabe que el Profe era muy querido, pero lo pudo constatar aún más con las miles de muestras de cariño que recibieron a lo largo de estos días, ex alumnos y ex compañeros maestros llegaban uno tras otro a darle el último adiós al profesor y expresarle sus condolencias a su viuda, la maestra Lolita. No fueron pocas las personas que fueron y hubieran sido más si la pandemia lo hubiera permitido, por ello, las redes sociales fueron la plataforma para expresar el reconocimiento que él se mereció en vida y ahora también en su muerte.
Chiva de corazón, y con un amor a su profesión que demostraba en cada clase, sus ex alumnos solo tienen gratos recuerdos que contar de él. “Cuando te aplicaba examen y uno andaba bien concentrado pensando en las respuestas, todo el salón callado y el golpeaba el escritorio y nos asustaba o se ponía a cantar” recordó Alejandro Loza.
“Como no dedicarle unas sencillas palabras a quien me enseñó ortografía de manera clara y precisa, las reglas gramaticales y la redacción de cualquier escrito. Usted dejó huella de esa manera en mi vida y siempre tengo presentes sus enseñanzas. Ya está con Dios!” señaló otra ex alumna.
Y aunque la tristeza se dejó ver cuando se conoció la noticia de su muerte, las anécdotas siempre positivas de las personas que tuvieron la fortuna de cruzarse en su camino comenzaron a salir unas tras otra, haciendo de alguna forma que la triste noticia se convirtiera en palabras de reconocimiento.
Me encantaba las clases de historia que daba el Profe Memo, las daba de tal forma que sentía que estaba en el año que explicaba o en los sucesos que narraba, siempre llegaba sonriente, daba un brinco a medio salón y decía, -miren, fuerte como un roble muchachos-, a pesar de los miles de estudiantes que tomaron clases con él, con el tiempo seguía recordando tu nombre y hasta apellido. ¡Ontiveros! Cómo le va? Me gritó varias veces al verme en la calle, siempre con una sonrisa, siempre con esa amabilidad tan característica de él. ¡Hasta siempre, Profe Memo!
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