La hora de dar gracias



Se va este fatídico año 2020, que parecía al inicio muy atractivo, por la reiteración del 20. No fue así, estos meses nos han mostrado las dos caras de la humanidad: la irresponsable por no cuidar de sí y de los demás, sabiendo que el humano es el portador y transmisor de un virus altamente contagosio; y la otra cara, la de la solidaridad, el compromiso, el esfuerzo continuo del personal sanitario que está en el frente de batalla en los hospitales; pero también están de ese lado de la moneda, los policías, los agentes viales, los recolectores de basura, los choferes de transporte, los que atienden los restaurantes, los abarrotes, los productores del campo, los industriales de alimentos, los carniceros. Todos ellos y ellas quienes no han parado de trabajar.


 Por ello, en la víspera de la Navidad, de la Natividad, de la llegada del Niño Dios -como le decimos los creyentes a esta temporada-; se hace necesario expresar las más amplias e infinitas ¡Gracias!, si, en negritas y con signos de admiración, pues se lo merecen.


 Hay muchas personas que han salido, en pleno sigo 21, a luchar como en tiempos de las cavernas. Salir por la comida, por el sustento, con todos los riesgos que ello implica; dejando en casa a los más desprotegidos, a los más vulnerables. Así como se hacía en los tiempos cavernarios.


 Pues hoy, en la víspera de la Navidad, vale la oportunidad de dar gracias.


 Gracias a ti, por ser parte fundamental de la existencia de este espacio informativo, porque eres colaborador del 7 días, porque eres lector, porque eres patrocinador.


 Gracias a las autoridades por aplicar la ley, aunque a veces parece que no la hay, o que no la respetan algunos trogloditas.


 Gracias a los policías que vigilan las calles; a los que pasan por las calles para llevarse nuestra basura.


Gracias a los doctores, a las enfermeras, a las recepcionistas, a los de intendencia y limpieza, de espacios públicos y privados.


 Gracias a quienes preparan nuestros alimentos, a quienes los acercan a nuestra casa, crudos o preparados.


 Gracias por perseverar, por estar en la batalla, en primera o en última fila, pero siempre en la pelea para que la comunidad no se enferme y, si enferma, salga pronto del padecimiento.


 Gracias también a quienes ya se fueron, a quienes perdieron la batalla contra el coronavirus y sus consecuencias. Gracias por haberles conocido, por sus enseñanzas, por su legado.


 Gracias pues, a todos los que hacen de este año difícil, una época menos tormentosa de lo que parece y de lo que ha sido.


 Gracias, por estar, por ser, por seguir estando.


 Nos escuchamos el siguiente año. Cuando haya vacunas, cuando haya salud, cuando haya esperanza.

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