Por Christian Villalobos
Los seres humanos en ocasiones somos vanidosos, nos gusta sobrevaluar nuestra propia existencia, pensando que esta es indispensable para el buen funcionamiento del universo. No pueden estar más equivocados estos pensamientos y a la vez tan acertados.
Nuestras vidas son solo un suspiro en el tiempo, siguiendo las leyes naturales, nacemos, crecemos, nos reproducimos y finalmente morimos, dentro de estas etapas el ser humano sueña, planea, trabaja y genera proyectos que desde su percepción son maravillas que trascenderán, proyectos materiales, imperios incluso, grandes fortunas, empresas, fama, entre otras cosas que pueden motivar la existencia y los esfuerzos de las personas.
Sin embargo, incluso lo que esta creado en granito se desmorona, el acero se oxida y las fortunas se agotan. Cuando damos nuestro último suspiro mueren con nosotros nuestros proyectos mundanos, quizá en ese momento nos damos cuenta que no existe un sentido en generar solo por generar.
Sin embargo, con esto no quiero decir que no generemos proyectos, que seamos conformistas o que no generemos, trato de ilustrar que un cuerpo sin alma no tiene vida, nuestros proyectos cuando son solo materiales, los podemos comparar con un cuerpo seco y vacío carente del soplo de la vida.
Por lo que siempre que emprendemos debemos preguntar la motivación el motivo espiritual que nos lleva a trabajar, esa fuerza que nos hace levantarnos por la mañana, que nos obliga a caminar entre el pantano.
Entonces también debemos plantearnos la siguiente pregunta: ¿Vivimos o existimos?, existir es meramente natural, basta con respirar y tener un cuerpo físico, pero vivir es todo un reto, ya que nos obliga a tener sentido en nuestra existencia, a trabajar bajo motivaciones que se convierten en convicciones, pero aun así, si esas motivaciones no son las correctas o no tomamos en cuenta la colectividad, serán vanas.
Porque considero primordial dejar el individualismo al que la modernidad y el abuso del capitalismo nos invitan, comenzar a pensar más en colectivo, retomar el sentido de comunidad, sociedad y nación. En la medida que nuestras motivaciones se encaminen al servicio, encontraremos el verdadero sentido de nuestra existencia, porque efectivamente, ¡No Somos Nada! cuando pensamos en lo individual, pero cuando trabajamos en comunidad, desde la colectividad, somos eternos.
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