Por Christian Villalobos
En nuestra historia existen mitos que nos marcaron como nación, pero ninguno cala más en el orgullo nacional que el mito de la venta de Texas, lo cual es una mentira atroz, pues Texas se separó de México después de una invasión estadounidense disfraza de guerra de independencia.
De este conflicto bélico no existe combate más recordado que la Batalla del Álamo, una victoria mexicana sobre los filibusteros texano- americanos, que se libró en una pequeña misión en el pueblo de San Antonio Texas.
Para nosotros los mexicanos esta victoria es casi desconocida, mientras que para los estadounidenses es mítica. La realidad es que fue un pequeño asedio que comenzó el 23 de febrero de 1836 y terminó el 6 de marzo de 1836, con la victoria del general Santa Anna y el ejército de operaciones mexicano sobre los insurrectos invasores.
Sin embargo, el Álamo trascendió, fue la punta de lanza de las relaciones diplomáticas entre los dos grandes vecinos de Norte América, finalmente esta batalla también sería el inicio de la pérdida de la mitad del territorio nacional en una invasión posterior.
Las relaciones entre México y su vecino del norte han cambiado con los años, incluso se habla de una supuesta amistad, muy parecida a la amistad que puede existir entre quién sufre bullyng y su acosador.
Hace unos días nuestro presidente de la república protagonizó una humillación nacional, en medio de una videoconferencia lo vimos humillarse ante Biden, el nuevo presidente norteamericano, demostrando una vez más una postura de sumisión.
En la batalla del Álamo encontramos el hecho de que los estadounidenses no son invencibles, los mexicanos debemos fortalecer nuestro sentido de patriotismo de unidad como nación, el cual Andrés Manuel López Obrador dinamita constantemente, polarizando la nación, es tiempo de trabajar en la unidad, la grandeza como México.
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