Tepatitlán en el Tiempo

Las paletas

Por Juan Flores García


Las paletas de hielo cuando niños, allá por el año de 1933, nos costaban a dos centavos las de frutas y a cinco las de coco o leche con vainilla; las fabricaba por la calle Porfirio Díaz, Don Felipe López.

Las paletas se hacían en aquellas charolas de lámina con veinticinco moldes. Que se llenaban con el agua de sabores, se ponía luego dentro de otra más honda y amplia sobre hielo picado y con sal, se movía constantemente hasta congelar el líquido.

Varias personas se ocupaban en ese quehacer, chamacos íbamos a trabajar con él. Nos pagaban 10 centavos al día y por supuesto, las paletas que quisiéramos. El proceso para hacer las paletas era sencillo. Las personas adultas picaban el hielo. Otras cortaban de carrizo, en pedazos pequeños y delgados, lo que ahora llamamos y se venden en varios lugares, los palillos ya son de madera y hasta de plástico. Después de los de carrizo, ya se hacían de tejamanil madera. Se cortaban de una tabla especial muy delgada, de unos 20 cm. de ancha por 1m. Estos palillos se iban colocando cuando empezaba a congelar el agua en el molde. Así, a muy temprana hora estábamos atareados haciendo paletas.

Este era un negocio familiar, no había la demanda necesaria para hacerla en gran escala. Luego de terminada la deliciosa paleta, se colocaban en un bote especial que se metía en una cubeta de madera más ancha y se ponía hielo picado alrededor y se le ponía sal para conservar las paletas congeladas.

Después don Rufino Sánchez empezaba a vender por las calles este producto, cargando sobre su cabeza la garrafa. Una cosa muy importante que cabe en este relato, es el hecho de dar a conocer quienes y cómo hacían estos moldes, el maestro hojalatero don José Muñoz. Muy profesional como todo artesano de aquel tiempo, hacía de todo con ese tan usado material que era la lámina de hojalata.

Como era muy cansado para el vendedor de paletas el cargar aquella caja de madera sobre su cabeza, tiempo después, el ingenio produce la idea de hacer un carro de mano y sobre él colocar aquella cubeta, para empujar y hacer más liviano el quehacer. Por ese tiempo la barra de helo tenía un valor de ochenta centavos. También por el año de 1940, llegó a nuestra ciudad procedente de Mexticacán, Jalisco, don Pío Cornejo, quien en la industria paletera inició en Tepa el negocio ya con carros especiales para conservar la paleta.

Así se ha ido enriqueciendo la industria paletera, ahora a poco circulan en nuestras calles esos tradicionales vendedores de paletas.

En la actualidad hay grandes locales donde se expende una enorme variedad de productos, sobre todo la nieve, que casi ha desplazado a la paleta, las hay de tan variados sabores y tan extrañas cosas que le ponen, que todo parece, menos una nieve de garrafa. (Garrafa. Recipiente de vidrio ancho y redondo.) Ahora es lo mismo sólo que se le da otro nombre: cámara congeladora y el precio de toda esta maravilla nevera es también milenaria, por lo de los miles de pesos que cuesta lo que equivalía al centavo del año 1933. ¡Ni modo! Por eso decimos que así fue Tepa en el Tiempo.

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