La falta de agua

Por don Juan Flores García

Gracias a la institución de pedir, logramos que nos hicieran una presa para tener agua para el pueblo y así conseguimos la del Jihuite. Esta presa que cuando estuvo de Presidente de la República don Adolfo López Mateos por fin nos tomaron en cuenta y se pusieron en obra para hacerla. Cuando vimos aquella trabajada tan grande, con tanta gente que andaba pegándole duro en aquel lugar, como siempre hubo algunos vecinos como que no les gusto que les llenaran de agua sus terrenos, pero acuérdense con cuanto trabajo juntábamos el agua. Así que, a dale que dale como en un par de años ya estaba terminada, quién sabe si en el primer año se llenaría, pero era nomás juntar el agua y ya; luego como era colorada, pos ni modo de usarla así. Entonces, al tiempo de estar haciendo la presa, también se tenía que hacer una planta para tratar el agua, o sea hacerla limpia para poder usarla.

Y esa planta se empezó a hacer allá donde está, Los Viveros, todos admirados íbamos a ver la trabajada, a opinar con aquella curiosidad de ver que le ponían cosas que no conocíamos. Todo lo que habíamos visto era aquello del sistema del agua que tan de a poquito, y a la vez mucho, que a los que nos empezaron a dar agua de llave colorada, entre ellos don Alberto Romo, casi ni lo creíamos. Al mismo tiempo de este trabajo, andaban por las calles abriendo zanjas para poner la tubería para que llegara a las casas y también de mirones, algunos nos arrimábamos para ver cómo iban escarbando con pico y pala y donde había piedra haciendo barrenos para quebrarla. Así, por todas las calles iban poniendo tubos y luego las tomas para que llegara a las casas ya con su llave para que nomás le abriéramos y ahí está saliendo agua y pos re a gusto que ya no tenemos que batallar en ir a juntarla.

Pero todo lo dicho hasta ahorita no es nada. Todo lo fácil que dijimos, no si falta lo mero bueno. Ya hechas todas estas cosas, con la maquinaria instalada, trajeron gente que sabía cómo y qué materiales químicos se tenían que usar para hacerla pura. Estos menesteres que se ocupan para que nuestra agua, después de llegar de la presa con tanta cochinada se haga potable, ocupa de hombres que están trabajando día y noche para que no nos falte, porque no es nomás que llegue y salga a la llave y limpia usarla. Como en todo, cuando ya tenemos todo listo, con el personal enseñado a usar todos esos aparatos tan enredosos que vemos y sin saber usarlos, nos parece cosa difícil. Para este quehacer como dijimos se preparó a los que iban a mandarnos agua de sobra. Uno de estos hombres es Miguel Navarro que hasta la fecha ha estado en su trabajo desde que se puso a trabajar esa planta tratadora de agua. Miguel merece que nos acordemos de él ya que desde el día 1° de agosto de 1964 en que se puso en marcha el trabajo de purificarnos el agua, él ha estado ahí. Así que hace 29 años que trabaja sin interrumpir en ese lugar y en compañía de otras personas que han trabajado con él, Miguel, gana un lugar en la historia de nuestros recuerdos. Un hombre que para todos los que usamos el agua, poco lo tomamos en cuenta. Porque es su trabajo de los que no se ven.

De no ser por Miguel y su equipo de trabajadores que las 24 horas del día tienen en funcionamiento la planta, podemos usarla los que la tenemos. Quienes ahora trabajan con él son J. Inés Barba, Heriberto Sánchez, que ya tienen algunos años en ese servicio, y Miguel Gómez, de los que por el momento nos acordamos. Por este motivo recordamos que Miguel Navarro no ha desamparado el punto y sigue atento para que el agua tenga la pureza que ocupa para usarla sin miedo, ahora que viene de la presa toda contaminada, no como en aquel ayer que sólo entraba revolcada porque no había tanta descarga a la presa de desechos de las granjas. Así que saludamos a Miguel Navarro y a sus compañeros y decimos que así fue Tepa en el Tiempo.

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