¡A parir cuates!



Y pensar que hace 20 años era yo millonario... Lo malo que era en pesos, no en dólares. En el equivalente a la moneda gringa tenía yo como 900 dólares, pero cada uno de estos costaba ya 2,281 pesos luego de que los presidentes Luis Echeverría y José López Portillo y un poco también con la ayuda de Miguel de la Madrid destrozaron la economía de nuestro país, así que tenía yo alrededor de 2 millones de pesos, que no servían para maldita la cosa porque había una inflación galopante en la que todos los días, todos, subían las cosas de precio.

Durante esos tres sexenios el gobierno imprimía dinero a lo pendejo, sin ningún respaldo en la producción de bienes. El comercio aumentaba los precios durante todo el año y al final los trabajadores exigían aumento a los salarios, y como no había dinero que alcanzara, el gobierno lo fabricaba y lo metía al mercado. Y con el aumento al salario ya había dinero para seguir comprando cosas, entonces el comercio les aumentaba el precio otra vez y otra vez y otra más y así hasta que a fin de año ya no alcanzaba el salario para nada; el gobierno volvía a imprimir billetes y otra vez a lo mismo, al haber dinero circulando seguían aumentando los precios y era el cuento de nunca acabar.

Así que mis dos millones de pesos no servían prácticamente para nada, pero no dejaban de ser un ahorro, seguía yo siendo millonario, hasta que Carlos Salinas de Gortari llegó al gobierno y en 1992 le quitó tres ceros a nuestra moneda, entonces mis dos millones de pesos se convirtieron en 2 mil nuevos pesos y dejé de ser millonario...

Para mí esa es la historia del peso frente al dólar, que en estos días llegó a costar $12.50 como hace 32 años, es decir, 12,500.00 pesos en realidad. Me dicen que durante 55 años el peso mexicano valía más que el dólar, de 1820 a 1875 se podía comprar poco más de un dólar con un peso mexicano; en 1876 el dólar costaba ya 1.080 pesos y así se fue devaluando muy lentamente nuestra moneda hasta llegar casi a los 2 pesos por dólar en 1896. Así se mantuvo, con altibajos, pese a la revolución, hasta sobrepasar la barrera de los 2 pesos en 1920; en 1932 ya costaba más de 3 pesos, hasta que llegó a costar 12.50 en 1955.

Desde entonces y hasta 1976 -durante 20 años- se mantuvo esa paridad, hasta el sexenio de Díaz Ordaz hubo estabilidad. Pero le digo, el gobierno de Luis Echeverría la emprendió contra la iniciativa privada, contra las empresas, propició invasiones en el campo, se detuvo la inversión y el desarrollo y se desató la inflación y el desempleo. Para combatir esto ordenó LEA imprimir billetes sin sustento y sólo complicó más la situación, el valor del peso frente al dólar ya no era real, así que al terminar su sexenio decidió devaluarlo y la paridad se estableció en 22 pesos por dólar.

José López Portillo no lo hizo mejor, su gobierno se dedicó a saquear a la nación y al terminar su sexenio en 1982 el dólar costaba ya 150 pesos. Luego siguió la inflación cada vez más acelerada con Miguel de la Madrid y con ésta la devaluación constante de nuestra moneda, al empezar su gobierno en 1983 el dólar costaba 198 pesos y al terminar en 1988 había que pagar ya 2,281 pesos por dólar (cuando era yo millonario ja ja).

Al entrar Salinas de Gortari a la Presidencia el dólar estaba en 2,650 pesos, y tres años después ya costaba 3,121 en 1992. Fue cuando su gobierno decidió quitarle tres ceros a la moneda y el dólar se cotizó entonces a 3.10 nuevos pesos. Durante el gobierno de Ernesto Zedillo subió a 6.4, luego a 7.5 y así hasta terminar en 9.59 pesos por dólar. Con Vicente Fox llegó a 10.87 y en este gobierno de Felipe Calderón alcanzó ya los 12.50 de hace 32 años, sólo que con tres ceros menos nuestra moneda.

Sin embargo esta devaluación más reciente, a diferencia de las que provocaron los gobiernos de Luis Echeverría, López Portillo, Miguel de la Madrid y Carlos Salinas, no se le puede atribuir al gobierno de Felipe Calderón, sino a la crisis financiera mundial que provocaron los banqueros especuladores de Wall Street en Estados Unidos y que tiene temblando a las economías de todos los países por la globalización.

¿Qué provocó esta crisis? Bueno, el economista y politólogo Walden Bello se pregunta si fue la codicia o la falta de regulación, de los banqueros la primera y por parte del gobierno de Estados Unidos la segunda, y explica cómo se forman, crecen y estallan las burbujas y pone como ejemplo la crisis financiera asiática de 1997-98: Primero la balanza de pagos y la liberalización financiera impuestas por el FMI y el Departamento norteamericano del Tesoro. Luego la entrada de fondos extranjeros en busca de rápida y elevada rentabilidad, lo que significa que entraron en el mercado inmobiliario y en el mercado de valores. Después una sobreinversión, lo que llevó al desplome de los precios en el mercado de valores y en el inmobiliario, lo que a su vez condujo al pánico y a la consiguiente retirada de fondos, en 1997 -dice- en unas pocas semanas 100 mil millones de dólares abandonaron las economías del este asiático. A continuación el rescate de los especuladores extranjeros por parte del FMI. Y finalmente el colapso de la economía real, la recesión se extendió por todo el este de Asia en 1998.

Y respecto a la burbuja inmobiliaria que se formó, creció y estalló en Estados Unidos, el mismo Bello cita a uno de los propios jugadores clave en los mercados, George Soros: "Las instituciones hipotecarias animaron a los hipotecados a refinanciar sus hipotecas aprovechando la revalorización experimentada (entretanto) por sus casas. Rebajaron sus criterios de préstamo e introdujeron nuevos productos, como hipotecas a interés variable, hipotecas que 'sólo servían intereses' y 'ofertas promocionales' con tipos de interés para partirse de risa. Todo eso animó a especular con la vivienda. Los precios de las casas comenzaron a subir a un ritmo de dos dígitos. Eso sirvió para retroalimentar la especulación, y el alza de los precios inmobiliarios consiguió que los propietarios de casas se sintieran ricos; el resultado fue el boom consumista que ha sostenido a la economía estos últimos años."

Observando las cosas más de cerca, agrega Walden Bello, se ve que la crisis hipotecaria no resultó de una oferta superior a la demanda real. La "demanda" estaba, por mucho, fabricada por la manía especulativa de promotores y financieros empeñados en conseguir grandes beneficios a partir de su acceso al dinero foráneo que inundó a los EEUU en la última década. Ingentes volúmenes hipotecarios fueron agresivamente ofrecidos y vendidos a millones de personas que, normalmente, no habrían podido permitírselo, ofreciéndoles unos tipos de interés ridículamente bajos, y ulteriormente ajustables para sacar más dinero de los propietarios de casas.

Para que lo entienda usted mejor, el columnista Manuel J. Jáuregui la pone más fácil: "¡Tomaron la lana del público ahorrador y la metieron a la ruleta de las hipotecas riesgosas, con seguros "de a potis" construyendo un edificio financiero de naipes que se derrumbó al primer soplido!" "... todos los índices de fuego apuntaron hacia Estados Unidos y los excesos capitalistas generados por el gobierno de Bush Jr., quien puso a la iglesia en manos de Lutero".

"O sea, en manos de compañeros y colegas del ejecutivo financiero Dick Fuld, que compareció antier ante el congreso estadounidense para justificar cómo fue que recibió compensaciones personales desorbitadas (484 millones de dólares en ocho años) al mismo tiempo que llevaba a la institución financiera bajo su cargo, Lehman Brothers, a la quiebra con apuestas cada vez más riesgosas".

Si se preguntaba usted qué pasó, cómo fue que el dinero desapareció, se evaporó, bueno pues ahí está la respuesta. En este espacio le platicamos el viernes pasado lo que contestó mi primo que vive cerca de Los Angeles, California al preguntarle cómo les estaba yendo allá con la crisis, después de decirme que "como en feria" agregó que "El gobierno quiere que el Congreso le autorice setecientos mil millones de dólares para ayudarles a los chingaos judíos de Wall Street que se han robado eso y más. ¿Tú crees que se perdió ese dinero?, el dinero no se pierde, sólo cambia de manos. ¿Que no puede pagar la gente sus hipotecas y que por eso están jodidos? ¡Qué van a estar jodidos!, esos canijos son los dueños de todo el dinero y el oro del mundo. Si no les puede pagar la gente (sus hipotecas) que le pongan de su bolsa, para qué prestaron a lo pendejo. Son muy voraces, antes de este problema ya se ganaron eso y más..."
Bueno pues al comparecer ante el Congreso de Estados Unidos, Richard Fuld, presidente de Lehman Brothers la primera empresa que se declaró en quiebra, tuvo que reconocer que él personalmente recibió compensaciones por 484 millones de dólares en ocho años, esto es 60 millones y medio de dólares por año, o lo que es lo mismo, más de 5 millones de dólares cada mes, que al tipo de cambio actual representan más de 63 millones de pesos, mensuales, o sea que el angelito ganaba más de dos millones de pesos diario. Y el caso de Fuld es sólo un ejemplo de la voracidad de la que habla mi primo. "El dinero no se pierde, sólo cambia de manos..."
"Al norte de la ciudad de Los Angeles, en California -escribió hace dos días Enrique Galván Ochoa en su columna "Dinero", en La Jornada, en un apartado que subtituló "Estampas de la Recesión"- se encuentra el valle de San Fernando, colorida comarca donde vive gente acomodada. Uno de sus residentes, Karthik Rajaram, de 45 años, había ganado mucho dinero en la bolsa en años recientes. La semana anterior se hizo de una pistola y el sábado mató a cinco miembros de su familia y luego se suicidó. Asesinó a su esposa, a su suegra y a sus tres hijos. Dejó tres cartas póstumas: explica que tomó la decisión porque el desplome de la Bolsa (que causaron Lehman Brothers y demás especuladores) lo dejó en la ruina". Pero eso a Richar Fuld, que fue cacheteado por uno de sus miles de empleados que se quedaron sin trabajo, obviamente le vale madre.

Como les vale madre el caso de Gonzalo Benítez, quien desde Edimburg, Texas escribió al periódico Reforma diciendo: "Soy dueño de una constructora de casas en Estados Unidos a apunto de declararme en bancarrota y perder absolutamente todo, debido a que ahora estoy sufriendo hasta lo inimaginable, con muchísimas deudas y cero ingresos. Estoy prácticamente tomando la decisión de regresar a México, ni modo, a lidiar con la incertidumbre y la inseguridad. Lo mismo están pensando cientos o miles de albañiles, plomeros, pintores, cementeros y carpinteros no sólo del sur de Texas, sino de todo Estados Unidos, porque el engranaje de la industria de la construcción se ha detenido por completo".

Y agrega: "¿Qué va a hacer México al no recibir ya las remesas y tener de regreso a toda esta gente?. No sigan diciendo que México está preparado para enfrentar esta situación, porque no lo está y no tiene idea de lo que le espera para hacerle frente".

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