Virginidad en venta

+ Bien loco el alcalde de Guanajuato
+ Mejor pónganse a leer algún libro


Por Fabiola González Ontiveros

En una semana como cualquier otra me mantengo constantemente preocupada y presionada por lo que será mi siguiente paso, pensando en el trabajo, en la familia, en que pronto se me van a acabar las vacaciones… La próxima semana para ser exactos.

El lunes llega a mis manos un libro que he estado esperando ansiosamente por un buen tiempo, un libro que cuando estuve en el DF busqué por todo el centro en cada librería que me topaba en el camino… y nada, siempre agotado.

El caso es que el lunes por la mañana veo la portada brillante y nueva en algún lugar de mi casa, y como en esos momentos estaba leyendo otro libro permití que mi hermana (que también estaba esperando por él) se lo agandayara; así pues, ella se sumió en él todo el día, a duras penas levantándose para comer e ir al baño mientras yo terminaba el que había comenzado días atrás.

Ese día nos quedamos hasta cerca de la 1 de la madrugada leyendo, en silencio y tan concentradas que seguramente mi mamá jamás nos había visto de ese modo, nos reprimió diciendo que ni en las épocas que hay que estudiar leíamos con tanto esmero.

El martes ya no acaparó ella el dichoso libro porque lo terminó la noche anterior, así que ahora era mi turno, me aparté de todos y me adentré en la historia. Leer me parece tan bonito… puedo salirme de mi mundo y meterme en otro en el que sé que los protagonistas tienen que triunfar a pesar de todas las trabas que les pone la vida.

Esos malditos libros me tienen atrapada por el momento, aunque sí lo planteo como mi papá lo hace suena ridículo: “Ay sí como no… los vampiros buena onda”. Pero para mí es una historia de romance, que a cada rato me hace llorar y sentirme triste “porque su amor no puede ser”. Completamente clavada en la historia, aunque sea de lo más inverosímil que pueda existir, y no le hago caso a nadie porque quiero seguir leyendo.

En el miserable ratito que saqué mi cabeza de ese mundo fantástico, a la hora de la comida empiezan las frustraciones… “Fabiola, prepárate porque hay que hacer el sondeo al ratito, y también acuérdate que tienes que escribir tu artículo, para que vayas pensando de qué lo vas a hacer”.

Ese día en particular me sentía mal, desde la mañana no tenía humor para nada y estaba más seria de lo normal, además contaba con un dolor de estómago insoportable que dejé a un lado y hasta se me olvidó un poco cuando comencé a leer. De sólo escuchar todo eso y regresar a la cruda realidad, las obligaciones, el trabajo y el frío desquiciante de la oficina, cada momento me iba poniendo peor, todos han tenido alguna vez un día que así, sin haber pasado nada se convierte en un mal día. Sabía que tenía que hacer todas esas cosas, cumplir con las responsabilidades, pero quería seguir leyendo. Sigo sin entender cómo es que hay gente que nunca ha agarrado un libro por propia voluntad.

Después me dieron la oportunidad de trabajar desde casa con la condición de que tendría que tener lista mi artículo antes del miércoles. Tenía cosas planeadas para el de esta semana, cosas que por una razón o por otra no llegué a realizar, para poder contárselas por este medio, al menos antes del plazo que me impusieron.

Me senté frente a la computadora y busqué opiniones y sugerencias por todos lados para empezar a escribir. Primero se me ocurrió la mensada que hizo el alcalde de Guanajuato prohibiendo los besos en el callejón que lleva el mismo nombre, porque “afean” a la ciudad, lo cual es una reverenda tontería por todo lo que representa el Callejón del Beso y de repente llega cualquiera y dice que así la ciudad se ve “naquita”, con todo y personas pidiendo dinero en la vía pública, con vendedores ambulantes, ¿y por qué no? también los que les compran a los vendedores ambulantes.

Luego dijo que siempre no… Ya hasta están haciendo una campaña internacional como “Guanajuato la capital del beso”, menuda fregadera. Pero bueno, ya todo el mundo casi se lo comió vivo, así que a mí no me queda mucho que decir que no hayan dicho ya los demás.

Seguí buscando y me encontré en el internet nada más y nada menos que una muchacha de Estados Unidos que puso en venta su virginidad… Así como lo lee, primero me asqueé, luego me reí mucho.

La muchacha en cuestión se llama Natalie Dylan, que no es su nombre real pero lo usa “por razones de seguridad”, pero eso sí, aparecen sus fotos por si alguien le quiere entrar a la subasta; bien segura que está, claro que sí, ¿quién puede adivinar su nombre con una simple foto verdad?, o lo más seguro es que ni siquiera sea su foto.

La tipa tiene 22 años y dice que con el dinero piensa pagar sus estudios, pero creo que le va a alcanzar para más que eso; 10,000 hombres han hecho ya sus ofertas, pero un empresario australiano de 39 años le ofrece 3.7 millones de dólares. No pues... así, haciendo cuentas y a grandes rasgos yo pienso que sí le alcanza, aunque quien sabe donde pueda comprar un poco de dignidad la pobrecita.

De verdad que hay cada loco... Resulta que en internet puedes encontrar absolutamente de todo, vaya… la prueba está con la vieja esta que analiza toooodas sus opciones para ver cual le conviene más ($$), pero bueno.

Después de leer barbaridad y media en la red me entero que ya es de noche, que el estómago me sigue doliendo, tengo hambre y un libro que casi me brinca para pedirme que lo siga leyendo, y como ya tampoco puedo enfocar nada por estar todo el día forzando la vista, mejor me despido hasta la próxima semana.

Ah pero una cosa sí les aconsejo, por las sensaciones que produce al desarrollarse las historias. ¡Lean un libro!

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3 Comentarios

  1. Qué mala onda con esto, yo escribiría algo más interesante, la vdd.

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  2. Y el nombre del libro, ¿Cuál era?

    No me digas que Twilight...

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