No te des por vencido

Por el Padre Miguel Ángel

Cuenta una antigua leyenda, que en la Edad Media un hombre muy virtuoso fue injustamente acusado de haber asesinado a una mujer. En realidad el verdadero autor era una persona muy influyente del reino, y por eso desde el primer momento se procuró un “chivo expiatorio”, para encubrir al culpable.

El hombre fue llevado a juicio, ya conociendo que tendría escasas o nulas esperanzas de escapar al terrible veredicto: ¡La horca! El juez, también comprado, cuidó no obstante de dar todo el aspecto de un juicio justo: por ello dijo al acusado.

-Conociendo tu fama de hombre justo y devoto del Señor, vamos a dejar en manos de él tu destino: Vamos a escribir en dos papeles separado las palabras “culpable” e “inocente”.
Tú escogerás, y será la mano de Dios la que decida tu destino.

Por supuesto, el mal funcionario había preparado dos papeles con la misma leyenda: “Culpable”. Y la pobre víctima, aún sin conocer los detalles, se daba cuenta que el sistema propuesto era un trampa. No había escapatoria.

El juez ordenó al hombre tomar uno de los papeles doblados. Este respiró profundamente, quedó en silencio unos cuantos segundos con los ojos cerrados y cuando la sala comenzaba a impacientarse, abrió los ojos y con una extraña sonrisa tomó unos de los papeles, y llevándolo a su boca, lo tragó rápidamente.

Sorprendidos e indignados los presentes le reprocharon: “Pero, ¿qué hizo?, ¿Y ahora?, ¿Cómo vamos a saber el veredicto?”.

-Es muy sencillo, respondió el hombre, es cuestión de leer el papel que queda y sabremos lo que decía el que me tragué. Con un gran coraje disimulado, tuvieron que liberar al acusado y jamás volvieron a molestarlo.

Por más difícil que se nos presente una situación, nunca dejemos de buscar la salida, ni de luchar hasta el último momento. Muchas veces creemos que los problemas no tienen solución y nos resignamos a perder y no luchar, olvidando aquellas palabras que dicen:

“Lo que es imposible para el hombre, es posible para Dios” (Lucas 18.27).

Jesús dijo: ¿Cómo que “si puedes?. Todo es posible para el que cree”.

En el mundo hay dos clases de personas: Las que saben luchar incansablemente y las que pronto se desaniman y se dan por vencidas.

Hoy es día de preguntarnos a cuáles pertenecemos, ¿a los primeros o a los segundos?

Ojalá que seamos personas que sepamos luchar aunque nos duela y sobre todo, que no descansemos hasta lograr que nuestras familias y nuestros pueblos y ciudades sean cada vez mejores.

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