Aprendamos a compartir

Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com


Una señora me contó:
“En una ocasión, por la tarde, un hombre vino a nuestra casa, para contarnos el caso de una familia hindú de ocho hijos.

No habían comido desde hacía ya varios días. Nos pedía que hiciéramos algo por ellos.

De modo que tomé algo de arroz y me fui a verlos. Vi cómo brillaban los ojos de los niños a causa del hambre.

La madre tomó el arroz de mis manos, lo dividió en dos partes y salió.

Cuando regresó le pregunté que había hecho con una de las dos raciones de arroz. Me respondió:
-Ellos también tienen hambre. Sabía que los vecinos de la puerta de al lado, musulmanes, tenían hambre.

Quedé más sorprendida de su preocupación por lo demás que por la acción en sí misma. En general, cuando sufrimos y cuando nos encontramos en una grave necesidad, no pensamos en los demás. Por el contrario, esta mujer maravillosa, débil, pues no había comido desde hacía varios días, había tenido el valor de amar y de dar a los demás. Tenía el valor de compartir.

Frecuentemente me preguntan cuando terminará el hambre en el mundo. Yo respondo: “Cuando aprendamos a compartir”.

Cuánto más tenemos, menos damos. Cuánto menos tenemos más podemos dar”.
Este domingo en todo el mundo celebran un gran acontecimiento es “Domingo Mundial de la Misiones”.

Cada año en esta fecha por todas partes se siente el entusiasmo de quienes queremos compartir con que menos tienen.

Que ejemplo tan singular el de la mamá hindú que llevaba varios días sin comer junto con sus ocho hijos y fue capaz de compartir con sus vecinos también hambrientos, la mitad del arroz que acababan de llevarle.

No podemos ni debemos ser egoístas pensando sólo en nosotros mismos; en las tierra de misión hay mucha gente con hambre de Dios y hambre de comida.
Es necesario enseñar a nuestros hijos para que desde pequeños sean compartidos no sólo en el día de las Misiones, sino todo los días del año.

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