El sabio se volvió loco

Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com


Cuentan que un día, el granjero de una aldea fue a pedir ayuda a un sabio y le dijo:
-Señor, ayúdeme. Me ha sucedido algo terrible. Mi buey se murió y no tengo otro animal que me ayude a arar el campo. ¿No es eso lo peor que podría haberme pasado?

El sabio respondió:
-Tal vez sí, tal vez no.

El granjero corrió de vuelta a la aldea y les dijo a sus vecinos que el sabio se había vuelto loco. Estaba claro que eso era lo peor que le podría haber pasado. ¿Por qué el sabio no entendía eso?

Al día siguiente, sin embargo, un caballo joven y fuerte fue visto en las cercanías de la granja del hombre. Como no tenía ningún buey que lo ayudara, se le ocurrió aprovechar el caballo en lugar del buey. ¡Que felicidad para el granjero! Nunca había sido tan fácil arar el campo. Entonces volvió con el sabio a disculparse.

-Tenía usted razón: perder mi buey no fue la peor cosa que podía haberme sucedido. ¡Fue una bendición oculta! Nunca hubiera tenido un caballo nuevo si no hubiera ocurrido eso. Estará usted de acuerdo conmigo en que fue lo mejor que podría haberme pasado.

El sabio volvió a decir:
-Quizá sí, quizá no.

“Otra vez no” pensó el granjero. “Ahora no hay duda de que el sabio está enloqueciendo”.
Pero una vez más el granjero no sabía lo que le esperaba. Algunos días más tarde volvió a buscar al sabio con la siguiente noticia:

-Mi hijo estaba montando a caballo, se cayó, se rompió la pierna. Ahora no puede ayudarme a cosechar. Estará usted de acuerdo conmigo en que eso fue lo peor que podría haberme pasado, ¿o no?.

Y el sabio respondió:
-Pede que sí, puede que no.

El granjero se sintió defraudado por el sabio y pensó: ¡Pobre! Ya está viejo y no sabe dar consejos. ¡Claro que eso fue lo peor que podría haberme pasado!.

Unos días después, llegaron unas tropas al poblado para llevarse a todos los hombres jóvenes y saludables a una guerra que acababa de estallar.

El hijo del granjero fue el único joven que no tuvo que partir. Y, entonces, el hacendado entendió que eso tampoco había sido lo peor que podía haberle pasado.

Sólo aceptarás el sufrimiento cuando sustituyas la pregunta. “¿Por qué?” por la misma pregunta “¿Para qué?”, solo así entenderás el propósito de los acontecimientos.

Conviene tener los ojos muy abierto para ir descubriendo como Dios nos guía con amor.

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