Posadas, peregrinos y piñatas

Por el padre Miguel Ángel
padre.miguel.angel@hotmail.com

La preparación y celebración de la Navidad tiene variantes y peculiaridades en cada una de las regiones del mundo. Esto se entiende fácilmente porque porque cada lugar tiene signos propios y elementos distintivos. Las posadas tuvieron su origen en el convento agustino de Acolman, en el Estado de México, y a unos cuántos kilómetros de Teotihuacán.

A ese sitio acudían cientos de indígenas para recibir los sacramentos. En las culturas prehispánicas se celebraba la renovación o nacimiento del Sol, o la llegada de Huitzilopochtli ante la cercanía del solsticio de invierno. Estas fiestas se hacían por la noche utilizando elementos como cantos, luces y procesiones.

Los frailes agustinos aprovecharon estos elementos para que los indígenas pudieran comprender mejor la navidad y predicaron a Cristo como el nuevo Sol que libra del pecado y la muerte. Durante el novenario de misas los frailes predicaban sobre las penas que habían padecido María y José en su camino desde Nazaret hasta Belén y la dificultad para obtener una posada donde hospedarse.

Después invitaban a los fieles a preparar el corazón para brindarle un sitio al Niño Dios, así las misas de aguinaldo comenzaron a recibir el nombre de “posada”. El ambiente festivo de las posadas hizo que la celebración de la misa en el interior se enriqueciera con elementos en el exterior: la imagen de los peregrinos y una procesión para acompañar a éstos en su recorrido, las velas y las luces de bengala, el canto de la letanía en hornor de María y el canto para pedir posada.

Se concluía con el reparto de dulces y fruta al que se le llamó también “aguinaldo”. A las posadas se fueron añadiendo otros elementos como el “ponche”, clásica bebida caliente hecha con frutas mexicanas de invierno como la guayaba y el tejocote, pero también llegó una invitada que se quedó para siempre: la piñata.

Aunque consideramos a la piñata muy mexicana, su origen, o por lo meno su inspiración, fue chino. Esto es fácil de entender tomando en cuenta que esa cultura fue la que inventó el papel. La piñata pasó primero a Europa y luego a América.

Los chinos hacían las piñatas con delgadas varillas de madera cubiertas con papel de colores. Cuando esta idea llegó a Italia, los italianos comenzaron a decorar ollas de barro con papel de China dándoles la forma de una “pignata”, por la forma de piña de pino.

Con este nombre llegó a México y se integró al festejo de las posadas, perdiendo la forma de piña y tomando la de una estrella de Belén. Algunos afirman, sin muchos fundamentos históricos, que la estrella que anunció el nacimiento de Cristo, hace alusión a los pecados capitales porque éstos se hacen con papel brillante que parece deslumbrar.

Por eso hay que destruirlos. El palo con el que se rompe representaría la fuerza y la gracia que Dios da a sus hijos. La venda con la que se cubren los ojos representaría la fe con la que los cristianos luchamos contra el mal. Por eso al romperse la piñata y recibir la fruta se debería entender que gracias a la fe y la gracia se destruye el mal y se reciben los frutos de Dios.

La explicación anterior es muy bonita, pero en la actualidad ya no sólo hay piñatas en forma de estrella sino de muchas otras formas. La creatividad mexicana da forma a personajes de las caricaturas o del cine. Para seguridad de los niños se han creado piñatas de cartón evitando que los pedazos de barro caigan sobre ellos.

Cuando la celebración de las posadas pasó del ámbito religioso al popular, se excluyó la celebración del novenario de misas, y permanecieron los elementos populares como los cantos, la tenía, la procesión y la petición de posada, la piñata, etcétera. A estos elementos se añadió la convivencia entre los miembros de la familia o los habitantes del barrio.

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