Sus vidas ya no fueron las mismas

Un día, hace 50 años, se fueron al Seminario

Al son de aquella vivencia encausaron su vida de un modo muy distinto. Esta historia vocacional se le ubica en 1961. Esos años y los siguientes dieron un vuelco al curso de los acontecimientos en la vida de la Iglesia. Las consecuencias del Concilio Vaticano II, con la apertura de puertas y ventanas, cambiaron totalmente el rostro de la Iglesia.

Los exalumnos laicos del Seminario de Guadalajara y de sus entonces filiales en San Juan de los Lagos, Lagos de Moreno, Totatiche, Ciudad Guzmán, los vecinos de Autlán, ellos quieren valorar ese llamado.

Periodistas sobresalientes como Jesús Parada Tovar, Felipe Cobián Rosales, comerciantes, médicos, han echado a andar un proceso.

El inicio de preseminario fue un 14 de julio de 1961, en el colegio parroquial de San Miguel de Mezquitán, uno de los coadjutores fue el seminarista Ernesto Estrella, el superior Benjamín Robles, el encargado general padre Rafael García.

El ingreso al Seminario fue el 11 de noviembre de 1961, el grupo de los mayores se estableció en San Martín, al mando del apreciado padre Ramón Godínez, los de A y C se fueron a Tapalpa, bajo la tutela amorosa del padre Felipe Aguirre Franco. El ex arzobispo de Acapulco, está apalabrado para celebrar Las Bodas de Oro.

Hace unos días el doctor don Daniel Ortega Santiago exponía esta reflexión vocacional: “Sin dar pie a duda alguna, el ser humano vive rodeado de sentimientos, que bien controlados, lo moldean y lo conducen, dándole un sello personal en todo el trayecto de su caminar por la vida.

El agradecimiento es un noble sentimiento e instrumento del que todos debemos echar mano para expresar a quien, o a quienes nos han hecho el bien, esa sensación meritoria de que vale la pena lo ofrecido y otorgado por y para nosotros”.

El agradecimiento tiene su implicación evangélica: “¿Que no eran diez los curados?, ¿Dónde están los otros nueve?”… A Dios le gusta que sus criaturas sean agradecidas.

El Seminario de Guadalajara en sus más de 300 años, ha dado mucho a muchos.

Con bien fundado orgullo presumimos figuras sobresalientes como miembros de la comunidad de ex seminaristas: desde santos presbíteros y seglares, pasando por próceres de la patria, políticos, literatos, empresarios, profesionistas y hasta a discretos ciudadanos callados formadores de células lozanas, imbuidas en valores familiares, que se contraponen a los quebrantamientos de la salud social.

Ante esta composición del lugar, la comunidad de ex seminaristas de diferentes generaciones, incluyendo a nuestros amigos presbíteros con sensibilidad a pertenencia grupal, han manifestado en toda oportunidad, el gran reconocimiento a la formación recibida en esta noble institución.

A todos nosotros se nos proporcionó una rica herencia de instrumentos, que utilizados de manera oportuna, nos cambió la vida. Muchos de nosotros, volviendo la vista hacia atrás, podemos asegurar que no hubiéramos sido los mismos, sin el Seminario.

Pues si bien, los ex alumnos, los de la vida laica, nos sentimos honrosamente recompensados por la acogida que recibimos en esta casa de formación, cuando en un tiempo escuchamos un llamado y respondimos a este, integrándonos a la comunidad seglar. Y ¿que será de aquellos que bien ponderados la trascendencia de sus actos, dieron su contestación final, afrontando los resultados hasta las últimas consecuencias? Deberán sentirse mayormente honrados y agradecidos. Nuestra veneración para ellos.

El Próximo noviembre del 2011 se cumplen 50 años de nuestro ingreso al Seminario de Guadalajara y por todo lo anteriormente expresado, queremos sacerdotes y seglares, conmemorar dignamente este acontecimiento y más que nunca fortalecer esta unidad fraternal como un todo y que a estas alturas de la vida, llenos de alegría podamos responder: “Señor tienes razón… ¡Fuimos diez los curados!”.

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